Gran momento de renovación en la Velada de Año Nuevo

Un año más llegó a su fin, y, como ya es costumbre en la Universal, se llevó a cabo la Velada de Año Nuevo en todo el país. En punto de las 10 p. m., de la noche del sábado pasado, el obispo Franklin dio inicio a esta gran celebración en el Templo de los Milagros.

El obispo comenzó este encuentro con una oración, agradeciendo a Dios por terminar un año más en la presencia de Dios, por la protección, las bendiciones, e incluso por las luchas y dificultades que se presentaron en el camino, porque fueron necesarias para entender cuánto necesitamos y dependemos del Altísimo. «Estamos aquí, esta noche porque queremos terminar el año estando en tu presencia, y empezar un nuevo año con el Señor por delante de nuestra vida»,agregó.

Haciendo uso de la fe

Antes de continuar con la reunión, hizo énfasis en que, todo en la vida tiene un propósito, por eso hay que aprender a dar gracias a Dios hasta por las cosas malas que pasamos. Pues la fe no es solo cuando todo sale bien, sino sobre todo cuando las cosas están yendo mal, pero se mantiene la confianza en las promesas de Dios.

Parte importante para empezar el año de la mejor manera es dejar todo lo malo atrás, por eso se realizó una oración fuerte de liberación espiritual para que aquellos espíritus que estuvieron trabando la vida de las personas fueran quitados.

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Renovación espiritual

«Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?  ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo?» (Mateo 6:25-27).

Las angustias no pueden añadir nada bueno a la vida de ninguna persona. ¿Cuántos no son aquellos que pasan noches sin dormir, viven alterados, estresados, de mal humor, deprimidos y ansiosos por tantas preocupaciones? Por eso, el obispo señaló que Jesús, a través de la Palabra en Mateo, nos está diciendo: «no se angustien».

Sin embargo, confiar y depender de Dios no significa que la persona deba solo esperar de brazos cruzados, al contrario, «Dios provee, pero nosotros tenemos que hacer nuestra parte», enfatizó.

«Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas.» (Mateo 6:28-32).

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El obispo explicaba que, Dios conoce todas las cosas, y por eso, no es indiferente frente a nuestras necesidades, no es un Dios lejano y distante; al contrario, Él siempre está al pendiente de los suyos. No nos debemos quedar pensando: «¿Cómo va a suceder?, ¿cuándo?, ¿de qué manera?, eso no es importante, lo importante es que va a suceder; eso es fe, aunque yo no vea, no sepa cómo, yo sé que Dios hará».

La clave de la victoria

Varios buscan recetas mágicas para la prosperidad, el amor, etc., pero Dios nos dejó la clave. Por ello, si pudiéramos colocar en un versículo aquello que marca el camino para tener un año bendecido sería el siguiente:

«… buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.» (Mateo 6:33).

Entonces, la clave de la victoria es buscar a Dios por encima de cualquier otra cosa o persona, priorizar la relación con el Señor; Él hará lo que uno no puede hacer, si yo hago mi parte, Él hace la suya. No hay nada imposible para el Altísimo.

Por ello, el obispo Franklin hizo hincapié que, la persona entra al Reino de Dios a través de su entrega, y así se obtiene el acceso a todas las cosas para que ella viva en plenitud y glorificando el nombre de Jesús.

La velada no podía terminar sin orar por todos aquellos que tomaron la decisión de entregarse a Jesús y por los que querían renovar sus votos con el Señor. Sin duda, todos los asistentes salieron fortalecidos y muy bendecidos.

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