Fumar no solo causa daño a los pulmones, también puede dañar los ojos
Si bien la Organización Mundial de la Salud advierte que más del 40 % de las muertes por consumir tabaco se deben a enfermedades pulmonares, respiratorias crónicas y tuberculosis, los fumadores tienen más riesgo de perder la vista que aquellos que no fuman. De acuerdo al Real Instituto de Personas Ciegas, esto se debe a que el humo de tabaco contiene químicos tóxicos que pueden irritar y dañar los ojos, tanto de los fumadores activos como pasivos, empeorando diversas condiciones que los afectan.
Según una encuesta realizada por la Asociación de Optómetras del Reino Unido (AOP), de 2006 adultos encuestados, 18 % aseguraron tener conocimiento de esto, mientras que 76 % sabe que está asociado con el cáncer.
«La gente conoce el vínculo entre fumar y el cáncer, pero mucha no es consciente del impacto que esto puede tener sobre la vista», advierte Aishah Fazlanie, optómetra y consejera clínica de la AOP.
Entre los problemas que se pueden agravar, según datos de la Academia de Oftalmología de Estados Unidos, están:
- Ojos rojos
- Problemas de visión
- Síndrome del ojo seco
- Cataratas
- Retinopatía diabética
- Neuropatía óptica
Ante esto, los especialistas recomiendan reducir el consumo de tabaco y alejarse del humo ajeno. Dejar de fumar, aseguran, es lo mejor en lo que se puede invertir para garantizar una visión saludable.
«Mi primer vicio fue el cigarro, le siguió el alcohol y terminé fumando marihuana»
«Al juntarme con gente mayor, desde la infancia me indujeron a las drogas. Mi primer vicio fue el cigarro, seguí con el alcohol y terminé fumando marihuana.
Fiestas y reuniones no faltaban para emborracharme. Con mis amigos era feliz, los valoraba mucho y prefería estar con ellos que en mi casa. Con mi familia era detestable como persona, agresivo, desobedecía a mi mamá y no soportaba ver a mis hermanos; pasar un minuto con ellos era un suplicio para mí. Me sentía como la oveja negra y, con todas mis fuerzas, deseé morirme.
Al conocer y asistir a la Universal, comencé a actuar basado en la fe. Poco a poco me sentí diferente, libre de la carga de la espalda. Tanto el odio como la ira que sentía, incluso por mí, se fue apagando y se me quitó el desprecio por mis seres queridos.
Cuando decidí perseverar por mi persona, aferrándome al Dios vivo, no solo vencí el vicio del cigarro, sino también el de las drogas y dejé de tomar.
Mi familia nota mucho el cambio, me lo hacen saber y me da gusto que vean a una nueva persona libre de rencores, de complejos, pero sobre todo, muy feliz.» -Miguel Ángel Arenas
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