Falta de atención en los hogares podría generar jóvenes violentos

En días pasados, en una preparatoria del estado de Tabasco, una riña entre estudiantes terminó en tragedia. De acuerdo con autoridades locales, dos adolescentes discutían cuando uno de ellos terminó inconsciente después de recibir un puñetazo por otro estudiante identificado como Sebastián “N”.

Sucesos como este son ejemplos de la creciente violencia perpetrada por jóvenes. No obstante, la pregunta surge: ¿qué los mueve a realizar tan brutales actos? Al parecer, según el Centro de Atención Psicológica Familiar (Capisfam), del Desarrollo Integral de la Familia (DIF), esto se debe a que la sociedad está sufriendo muchos cambios. Uno de estos se está produciendo a nivel del núcleo familiar afectado a niños y adolescentes.

Las rupturas familiares como detonante
«Podríamos decir que el origen de esta ola de violencia está en el núcleo familiar porque notamos que son concurrentes casos de ambientes agresivos, familias en las que papá y mamá están ausentes, altos índices de hogares disfuncionales y madres solteras», refiere el DIF.

Por otro lado, la licenciada Yazmín Escápita, titular del Capsifam, refiere que podría deberse a cuestiones generacionales en que los padres que tuvieron alguna carencia afectiva, quieren darle a sus hijos el cariño de familia con cosas materiales, descuidando compartir tiempo de calidad, compañía y comunicación con ellos; sin llenar de manera correcta la necesidad de afecto.

Hay una solución
Por ello, la psicóloga recomendó a los padres de familia: «es importante que pasen tiempo de calidad con sus hijos, que pongan reglas y límites en casa para tener una sana convivencia, de esta manera serán adolescentes con madurez emocional y no presentarán problemas de conducta graves ni afectarán a otros».

Quizá para muchos padres, la tarea de dirigir a sus hijos es compleja. No obstante, cuidar su salud emocional y espiritual podría ayudarlos a guiar a sus familias. Los domingos en la Universal, durante la prédica matutina, se dan consejos que al ponerlos en práctica han generado cambios positivos en innumerables familias.

Si quieres recibir esta orientación, acércate a cualquier Universal del país, encuentra las direcciones aquí o bien participa en el Templo de los Milagros ubicado en Av. Revolución núm. 253, col. Tacubaya a las 9:30 de la mañana. Los servicios son gratuitos y abiertos a todo público.

«Era agresiva con los que me rodeaban y conmigo misma»

«Por la pérdida de un familiar, entré en un cuadro depresivo. Me volví emo, cortaba mi cuerpo, mi carácter era irritable y continuamente discutía con mi mamá. Empecé a odiar la vida, deseando morir.

Recuerdo que en una ocasión, tuve un altercado muy fuerte con mi mamá —en medio de la pelea— me recriminó el hecho de haberme dado a luz, dijo que estaba arrepentida ya que se había decepcionado de mí y de mi comportamiento. Al escuchar esas palabras, mi mundo se derrumbó. Para sacar ese dolor, una vez más, corté mi cuerpo. Lo hice tantas veces que caí desmayada y me llevaron de urgencia al hospital.

Los médicos se alarmaron y le dijeron a mi mamá que me encontraba en un estado tan grave. Mi vida corría peligro, pues estuve a punto de rasgar mis venas. De hecho, esto me empujó a querer cortarme una vez más, pero algo dentro de mí me hizo cambiar de opinión.

No pasó mucho tiempo, cuando ambas llegamos a la Universal. En las reuniones, encontré la paz que no tenía, Dios me ayudó a darle sentido a mi vida y quitar el dolor que por mucho tiempo me hizo mal.

Él le fue dando un rumbo distinto a mis días. Actualmente, mi vida es diferente: entre mi mamá y yo la relación es muy buena, somos grandes amigas, nos apoyamos y nos amamos. También tengo amor y respeto por mí misma; ya no daño mi cuerpo. Hoy siento tanta tranquilidad que no importa si hay problemas, sé que todo tiene solución.» -Natalie Albarrán