¿Existe una forma correcta de morir?

¿Cómo quiere morir? Se nos ha propuesto una carrera y hay que seguirla hasta la muerte. Nuestra jornada de fe solo termina cuando nuestra alma es llevada a Casa, al encuentro de nuestro Señor.
Sin luchas no habrá corona de justicia ni eterno peso de gloria.
Tras cada aflicción que venzamos en este mundo, conoceremos más a nuestro Dios. Y cada vez más se nos revelará la extraordinaria belleza de Su carácter.
Por eso, el lecho de muerte de un cristiano siempre es un jardín secreto, pues él se prepara para su mejor momento. Pablo estaba en una prisión, pero feliz de la vida, porque pronto entraría al palacio del gran Rey. ¿Cómo estar triste? ¿Cómo sentir pena por partir? ¿Cómo tener miedo? ¿Cómo…?
Entonces, nada de quedarse a medio camino, sino que permanezcamos fieles a la buena batalla hasta completar la carrera.
«He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, he guardado la fe. En el futuro me está reservada la corona de justicia que el Señor, el Juez justo, me entregará en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que aman su venida.» (2 Timoteo 4: 7-8).
Santo Culto – Rendirse para vencer
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