Existe un miedo más grande que a fracasar, ¿lo conoces?
Un temor muy común relacionado a las finanzas es el de fracasar. Se cree que este ha sido el impedimento para que comerciantes, empresarios y emprendedores despunten de manera extraordinaria en su economía. Sin embargo, de acuerdo con un artículo publicado en el sitio web de Forbes México, hay un miedo aún mayor que esconde gran cantidad de personas: a la grandeza.
«Existen muchos miedos, como al fracaso. Pero, este es un miedo que surge cuando alguien se da cuenta de lo que está en frente suyo, que suele ser más imponente de lo que creía», explica Alejandro Meza, experto en crecimiento estratégico en negocios, en dicha publicación.
Puede ser que, al intentar arrancar un proyecto, del cual dependerá tu ascenso económico, sientas que no lo lograrás o no cumplirás con las expectativas que alguna vez tú mismo te fijaste. No obstante, según Meza, lo ideal es que trabajes en tu mente para que los miedos no permanezcan en ella y, de esta forma, las creencias y deseos con los que cargas puedan materializarse.
Semana a semana, en el Congreso para el Éxito, con base en la Palabra de Dios se brindan consejos a los asistentes con la finalidad de que la fe, aunado a su esfuerzo, les otorgue la condición económica que siempre desearon. Si te interesa, este se efectúa los lunes en distintos horarios en el Templo de los Milagros.
«Vivíamos en una casa de madera y láminas de cartón»
«Estaba muy mal económicamente, no tenía los medios para brindarles lo mejor a mis hijos. De hecho, vivíamos en una casa de madera con láminas de cartón. Mis hijos comían gracias a que mis vecinos nos ofrecían un taco, de otra manera nos quedábamos sin comer. ¡Estábamos en la vil miseria!
Tanta era mi desesperación por tener a mis niños en esas circunstancias que pensé que la única manera de terminar con nuestro sufrimiento era matándonos. ¡Para mí ya nada tenía sentido! En ese lapso, llegué a la Universal, lugar donde me mostraron que Dios puede transformar la tristeza en felicidad. Creí de verdad, y, tras participar en varios propósitos de fe, fui cambiando mi condición.
Primero me permitió encontrar un buen trabajo, así compré mi casa hecha tal y como la imaginé. Luego abrí un negocio, así pude darles a mis hijos la oportunidad de terminar una carrera universitaria. Hoy también tengo una empresa, coches y una familia. Pero, nada de eso se compara con la bendición de tener al Espíritu Santo en mi vida, pues Él es la mayor bendición.» -Leticia Maya
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