Estanque de Siloé: Yo era un caso perdido

Estanque de Siloé: Yo era un caso perdido

Por Social Media

¿Qué serías capaz de hacer con tal de solucionar tus problemas?

A nivel nacional, 7 de cada 10 mexicanos que nacen pobres creen que no lograrán superar esa condición a lo largo de su vida, así lo reveló el estudio de Movilidad Social en la Ciudad de México 2019 del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY). Sin embargo, la pobreza no es el único problema al que se enfrentan: enfermedades, violencia en el hogar, adicciones, son algunas dificultades que han sobrellevado sin creer que puedan ponerles fin.

¿Nacido para sufrir?

La Biblia refiere que había un hombre ciego de nacimiento, era prácticamente imposible que él tuviera visión; pero cuando el Señor Jesús se acercó a él las cosas fueron diferentes: «escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego, y le dijo: Ve a lavarte en el estanque de Siloé (que traducido significa enviado). Fue entonces, y se lavó, y regresó viendo. Entonces los vecinos, y los que antes le habían visto que era ciego, decían: ¿No es éste el que se sentaba y mendigaba? Unos decían: Él es; y otros: A él se parece. Él decía: Yo soy.» (Juan 9: 6-9)

El ciego no tenía otra realidad más que la de no ver, así nació, creció y, posiblemente, pensó que moriría. No obstante, cuando el Señor Jesús le puso lodo en sus ojos y le ordenó lavarse lo que parecía imposible de suceder pasó: tuvo la visión que jamás había tenido.

Tal vez eres como el ciego, desde que tienes memoria solo conoces el sufrimiento, pues los conflictos cada vez son mayores y difíciles de solucionar. En tu vida solo has conocido la calamidad, la miseria, las decepciones amorosas, las adicciones, tienes una enfermedad tras otra, sin una salida a tanto dolor y reflexionas diciendo: «daría lo que fuera por vivir de manera distinta y ser feliz».

No te conformes, puedes transformar tu historia

Para que el ciego obtuviera el milagro, fue indispensable que hiciera su parte: ir al estanque de Siloé y lavar sus ojos, solo así obtuvo lo que jamás pensó incluso lo que desconocía, la vista. Es bien sabido que un ciego de nacimiento difícilmente puede ver, pero su acto de fe sí lo hizo posible. Si haces tu parte (buscar al Señor Jesús, obedeciéndolo y usando la fe) también puedes tener la realización en todos los aspectos.

Es momento de que tu visión cambie y alcances bendiciones inimaginables. Si estás cansado de tanta desdicha, busca una Universal cercana a ti (revisa las direcciones en la página 14). O bien, acude este domingo a las 9:30 a. m. al Templo de los Milagros ubicado en Av. Revolución núm. 253, col. Tacubaya, así sabrás cómo manifestar esa fe que puede transformar tu historia provocando lo imposible.

«Pensé que la solución era separarnos»

«Me casé muy joven intentando huir de la violencia en mi casa, pensé que sería feliz. Por desgracia, solo me topé con la indiferencia e infidelidad —por parte de él— que nos llevó a la separación. Me sentía humillada y desvalorada. Acabé deprimiéndome y en los vicios.
Supe de la Universal por su programa de televisión. Yendo, entendí que, con mi fe en Dios, reconstruiría mi familia. Hoy, después de tanta lucha, estamos juntos y felices. Eso me hace sentir plena.» -Angélica García

«Enferma y endeudada, esa era mi realidad»

«Enfermé de artritis reumatoide y no podía moverme con facilidad. Acudí a médicos costosos para curarme, pero solo me endeudé con más de 300 mil pesos. Esto orilló a que me alcoholizara demasiado.
En el programa de televisión de la Universal descubrí una salida. Allí, haciendo propósitos de fe a favor de mi salud, Dios respondió sanándome. Después, luché por salir de los vicios y prosperar: pagué la deuda, ahora rento departamentos, construí mi casa y compré un auto cero kilómetros.» -Concepción Noli

«Por nueve años tuve fuertes hemorragias»

«Me daban hemorragias muy fuertes, empecé a los nueve años y fueron otros nueve en esas condiciones. Esto no me dejaba tener una vida normal, mi mamá me llevó con diversos médicos y dijeron que tenía varios quistes del tamaño de una naranja.
Llegué a la Universal y aquí aprendí a usar mi fe, sucedió lo que parecía imposible: sané de mi enfermedad. Ahora tengo una vida normal, soy feliz, solo Dios pudo hacer por mí lo que otros medios no.» -Adali Guzmán

«Quería amor y solo recibí malos tratos»

«Intenté formar un matrimonio, me fui a otro país; sin embargo, la pasé mal. No teníamos qué comer, me faltaba dinero y me maltrataba. Nos separamos. Creí que no podría superar ese dolor.
No obstante, cuando me entregué a Dios de verdad, le pedí perdón por mis fallas y me sometí a su voluntad, encontré el verdadero amor, lo que pensé no sucedería. Hoy tengo a mi lado a un hombre que me ama y respeta.» -Angélica Ochoa

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