“Estando en prisión, recibí la libertad”

Por Social Media

“Tengo 29 años, me llamo Darlen y conocí a Dios en prisión.

A los 21, llegué a la Universal con problemas por una decepción sentimental con mi ex-marido. Sin embargo, creía que la solución era matar a mi esposo, pues pensaba que mientras yo sufría, él se burlaba. El sentimiento de venganza y odio era cada vez mayor.

En pocas palabras, mi cuerpo estaba adentro de la iglesia, pero mi mente estaba afuera y fue cuestión de tiempo para que me apartara de la presencia de Dios. Recaí en las drogas, en el alcohol y en el vicio del cigarro. Además, como me juntaba con delincuentes, fui a parar en la cárcel debido a que un asalto salió mal. Los demás internos me tenían miedo…

En ese lugar, una visita es importantísima, pero nadie lo hacía conmigo. Un día, los voluntarios de la Universal, fueron a realizar oraciones y al hablar con nosotros, me regalaron una Biblia. Aunque no quería nada con Dios, hubo algo que me marcó: nadie me visitaba, solo que ese día fue como si el propio Señor Jesús lo hubiera hecho. Eso provocó que me entregara a Él, ahí en mi celda…

Con botellas de agua que llevaban para consagrar, participé con mucha fe en el propósito de la Gota del Milagro, aun estando adentro de la cárcel.

‘Te quiero conocer, anhelo estar delante de Tu Altar buscándote”, supliqué en mi oración. Como respuesta a esa plegaria, fui transferida a otro penal, curiosamente, donde se había inaugurado una Universal. Empecé a participar y corrí al Altar, ¡lo deseaba tanto! Bien podía percibir en mi interior esa Voz que decía: ‘Aquí estoy, ¡no te abandoné!’.

La lista de las personas que mataría saliendo, la dejé en Sus manos. Al otro día, me bauticé en las aguas. Aunque quería salir de la cárcel, le pedí a Dios que no me dejara salir sin el Espíritu Santo pues sabía que, si no lo tenía, era muy probable que me perdiera de nuevo. Después, Lo busqué intensamente hasta recibirlo en mi vida, fue como recibir la verdadera liberación, la espiritual.

Al poco tiempo, en diciembre, me otorgaron la libertad física y sin esperarlo, me llamaron de mi antiguo empleo para que regresara con una responsabilidad mayor.

Admito: no merezco estar aquí, dañé a mucha gente sí, pero ya pagué por lo que hice y Dios me ha dado una nueva oportunidad para recomenzar”, finaliza Darlen feliz.

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