Entiende por qué necesitas recibir el Espíritu Santo

Durante la Palabra Amiga transmitida el 15 de enero, usando el pasaje bíblico que describe el diálogo entre Jesús y la mujer Samaritana, el obispo Macedo destaca la necesidad y la importancia de buscar y recibir el Espíritu Santo:

“Y estaba allí el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó así junto al pozo. Era como la hora sexta. Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber”. Juan 4:6-7

Aunque era el Hijo de Dios, Jesús estaba aquí en la Tierra revestido con el mismo material humano ―piel, carne y hueso―, explicó el obispo Macedo. Y al mostrarse cansado y con sed, estaba revelando su humanidad.

“La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí. Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva. La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva?” Juan 4:9-11

La visión de aquella mujer se limitaba al agua de aquel pozo, pero Jesús hablaba de otro tipo de agua, el agua viva que venía del cielo y que solamente Él tenía y tiene el poder de dar: el Espíritu Santo.

Tal vez, como la mujer samaritana, aún no te has dado cuenta de cuánto necesitas del bautismo con el Espíritu de Dios y de su significado.

”Jesús quiere darle el mismo Espíritu que Lo guió, que Le dio el poder para enfrentar el desierto, el diablo, la muerte para resucitarlo.”

“Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna”. Juan 4:13-14

“Cuando una persona recibe el Espíritu Santo, ella se torna una fuente de agua que fluye, no para saciar la sed física, sino la sed espiritual de las personas y hacerlas también una fuente de agua viva y ser también un testimonio vivo, real de que Jesús está vivo”, destaca el obispo Macedo.

Él resalta, además, que es imposible que una persona que posee el Espíritu del Altísimo en su interior sea depresiva, angustiada o ansiosa. Por el contrario, ella tiene el Espíritu de Paz, de tranquilidad, de alegría, el Espíritu de bienestar. Ella es fuerte, es resistente, enfrenta los desiertos y los problemas cotidianos con fuerza, con el vigor que viene de lo Alto, del trono de Dios. Ella vence todo: la depresión, el miedo, las dudas, el pecado, el mundo.

Como una fuente de la cual brota agua de día y de noche, así es todo aquel que es nacido del Espíritu. Las personas que son bautizadas con el Espíritu Santo se vuelven una fuente de alegría. Hay brillo en sus ojos.

“Esa es la propuesta de la Universal para quien tiene sed de algo más grande”, destaca el obispo. Si deseas verdaderamente el Espíritu Santo “usted se entregará en esta búsqueda, se sacrificará y hará todo lo que fuera necesario para recibirlo, porque el día en el que eso suceda, usted nunca más será el mismo”, asegura.

Él invita a todos los que están espiritualmente sedientos a asumir quiénes son realmente, quitarse la máscara, dejar de lado la fantasía de la hipocresía, y colocarse delante de Dios con sinceridad, porque Dios se agrada de los sinceros. “Usted que está caído, postrado, desanimado, abatido, no sabe qué más hacer de su vida: vaya con todas sus fuerzas, vaya a la fuente que es el Señor Jesús”.

Para entender qué es el Espíritu Santo, el obispo aconseja leer el libro de Hechos de los Apóstoles. Sin embargo, la lectura debe realizarse lentamente, meditando, versículo por versículo. “Piense raciocine, cuestione”, orienta. De esta forma, el Espíritu Santo ciertamente te dará la respuesta que necesitas.

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