El propósito de las tempestades
Las tempestades son problemas capaces de sacudir tus estructuras, asustarte y hacerte sentir inseguridades. Pero con las reacciones correctas puedes sacar grandes aprendizajes y volverte más fuerte.
Todos los profesionales de éxito se han enfrentado a tempestades, han aprendido de ellas y han ganado.
Existen 3 tipos de tempestades con causas y objetivos diferentes. Es importante que entiendas cuál de ellas es tu caso para actuar de la forma correcta y vencer.
Diluvio de Noé
Es cuando estás sin nada y te ves forzado a recomenzar de cero. Cuando eso sucede, no sirve de nada estar llorando por los errores pasados. Es necesario que te levantes, te sacudas el polvo y le des vuelta a la situación.
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Si te quedas preso al pasado no vas a conseguir recomenzar y peor, serás consumido por él. Talvez eso sea lo que esta situación te está enseñando: recomenzar desde cero y no quedarte preso al pasado. Al final, Dios puede haber permitido que pases por eso para limpiar tu vida de lo que estaba mal.
La tempestad de Jonás
Por otro lado, hay tempestades que Dios permite para que las personas aprendan a oír Su voz.
Las situaciones del día a día son capaces de hacer que las personas se aparten del Altísimo. La prosperidad y las conquistas distraen a las personas y las hacen creer que pueden realizar las cosas a su manera o que no necesitan buscar tanto su dirección. Ella no se somete más a Dios como Jonás. Entonces, Dios mandó una tempestad para colocarte en el camino correcto. (Lee Jonás 1:3-17).
La tempestad de los discípulos
Este es el tipo de tempestad para que el nombre del Altísimo sea glorificado. Al final, grandes milagros solo suceden porque existieron grandes problemas. De la misma forma que sucedió con los discípulos (Mateo 8:24-32), el resultado de esa tempestad es la victoria. Algo grande está llegando, pero debes insistir para ver el resultado.
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