El principio de los dolores

«Como dolores de parto a una mujer que está encinta» (1 Tesalonicenses 5:3). Desde el comienzo de la humanidad ha habido guerras, hambrunas, crímenes terribles, enfermedades e incluso terremotos. Sin embargo, la incidencia de estos eventos ha aumentado drásticamente con el paso del tiempo.

50 años atrás, cuando los medios de comunicación ya ocupaban un espacio importante en la sociedad, no escuchábamos tanto sobre crímenes salvajes. Ni homicidios, peleas entre padres e hijos (incluso de hijos contra sus padres) o matanzas en las escuelas, tanto de profesores como de alumnos. Entre otros crímenes terribles nunca antes vistos. Hoy en día este tipo de noticias son cada vez más comunes.

Las guerras tampoco ocurrían con tanta frecuencia. Los últimos 200 años han sido los más violentos de la historia. Cada año hemos escuchado más sobre desastres naturales en diferentes lugares de la Tierra.

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Es cierto que las enfermedades siempre han existido, pero las epidemias y los nuevos virus nunca habían aparecido con tanta frecuencia. La pandemia de la COVID-19, por ejemplo, se ha prolongado por más de un año y ha ocasionado la muerte de más de 3.5 millones de personas en todo el mundo.

Incluso, con tantos cambios en la economía y los avances tecnológicos, casi mil millones de personas en 93 países están pasando hambre.

¿Cómo explicamos esta paradoja? La Biblia nos ayuda a comprender la situación actual.

Así como vienen los dolores de parto de una mujer embarazada, que aumentan gradualmente hasta que llega la hora, estamos viviendo el principio de los dolores, «Porque no nos ha destinado Dios para ira, sino para obtener salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo», como está escrito en 1 Tesalonicenses 5:9.

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