El porqué de tantas oraciones no respondidas

El porqué de tantas oraciones no respondidas

Por Departamento Web 2

Muchas personas realizan la oración del Padre Nuestro de forma mecánica, sin comprender su verdadero sentido, explicó el obispo Franklin Sanches, durante el Santo Culto del pasado 27 de febrero.

No obstante, esta oración fue el ejemplo que Jesús nos dejó para que comprendiéramos cómo hablar y relacionarnos con Dios. Y así, obtener la respuesta que necesitamos.

«Vosotros, pues, orad de esta manera: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo. Danos hoy el pan nuestro de cada día. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal. Porque tuyo es el reino y el poder y la gloria para siempre jamás. Amén» (Mateo 6:9).

De acuerdo con el pasaje anterior, al orar es necesario ver a Dios como un Padre, no como un Dios lejano, sino un Padre que siempre va a estar para sus hijos cuando estos Lo busquen.

«Tal vez usted sufra con un hijo en las drogas o preso. Pero si él se acerca a usted con humildad y le dice: “¡mamá, papá, necesito ayuda!”. ¿Usted qué va a hacer?», preguntó el obispo. Su hijo pudo haber cometido un error, pero usted le extendería la mano, porque eso hace un padre.

Entonces, cuando habla con Dios en oración, debe tener la plena seguridad de que Él le oye. Pero hay quienes piensan que Dios no las escucha por los errores que han cometido. No obstante, si se acercan a Él con sinceridad, no con arrogancia, Él los escuchará.

Por otra parte, orar es una forma de sumisión, de humildad, de dependencia a Dios, señaló el obispo. La oración comienza santificando al Padre, es decir, Él tiene que ser santificado a través de nuestra vida y conducta. Obedeciendo y haciendo lo que Le agrada como orar, leer la Biblia, buscarlo en la iglesia y dando testimonio.

Después dice «Venga tu reino», es decir, tenemos que pedir que el reino de Dios venga a nosotros. Cuando esto sucede, la vida de la persona es transformada por el Espíritu Santo.

La oración continúa con «Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo». Jesús nos enseña que nuestras oraciones no pueden estar fuera del propósito de Dios, de lo contrario, no serán una bendición. Pues Él sabe qué es lo mejor para nosotros. E incluso, si usted pide algo, pero Él no se lo da, o, por el contrario, le quita, significa que aquello no era una bendición para usted.

Cuando Jesús se refiere en la oración al pan nuestro de cada día, significa que Él no quiere que le falte nada, ni física ni espiritualmente. Pues el pan es tanto la Palabra que diariamente Él nos da, como el sustento para vivir.

En la oración, el Señor Jesús también nos enseña a pedirle al Padre que no nos deje entrar en tentación. Por esta razón es necesario orar todos los días, para no ser tentados, pues la voz del corazón quiere ser escuchada. «Mas líbranos del mal», es la parte de la estructura de la oración que se debe realizar para que Dios lo mantenga a salvo ante los peligros del mundo, como los asaltos, los robos, etcétera.

De esta forma, la oración se conforma por la adoración a Dios, santificándonos a Él. Después, pedimos que se haga su voluntad, por consiguiente, le pedimos el pan de cada día. Continuamos pidiendo que nos libre de la tentación y nuevamente volvemos a adorarlo.

Asimismo, existe una parte muy importante que habla sobre el perdón.

«Porque si perdonáis a los hombres sus transgresiones, también vuestro Padre celestial os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras transgresiones» (Mateo 6:14).

Aquí Jesús muestra por qué tantas oraciones no son respondidas, pues mientras la persona no perdone, ella tampoco recibirá el perdón. Y si ella no recibe el perdón, significa que está separada de Dios.

Hay veces que la persona piensa que es imposible perdonar, pero Dios nunca le pediría que hiciera algo que no pudiera hacer, pues el perdón es una decisión.

«Yo decido perdonar a aquel que me hizo daño, porque cuando perdono, yo me libero también», explicó el obispo. Mientras guarde resentimiento, por menor que sea, será una cadena para su alma.

Por lo tanto, si quiere liberarse de ese peso, tener paz y que su oración sea escuchada, tiene que perdonar. Incluso si a quien tiene que perdonar es a usted mismo.

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