El Poder que viene del Espíritu

Tras haber resucitado, Jesús se quedó con sus apóstoles, orientándolos y enseñándoles.

«Y reuniéndolos, les mandó que no salieran de Jerusalén, sino que esperaran la promesa del Padre: La cual, les dijo, oísteis de mí; pues Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de pocos días» (Hechos 1:4-5).

Los discípulos ya habían recibido el bautismo en las aguas. Es decir, el bautismo del arrepentimiento. Pero Jesús dijo que eso no bastaba, era necesario recibir el bautismo con el Espíritu Santo. «Cuando una persona se bautiza en las aguas, se está entregando a Dios, pero cuando recibe el bautismo con el Espíritu Santo, Él entra en su vida», dijo el obispo Franklin Sanches durante el Santo Culto del pasado 27 de junio.

Quien Lo recibe deja de ser depresivo, frágil y miedoso, porque Él está ahí. Sin embargo, las personas saben cuando Dios no está con ellas, pues sienten temor, desesperación y piensan en desistir. Este era el problema de Jacob, sabía que Dios no estaba en él.

Al no tener Su Espíritu, Jacob tenía miedo de su hermano, de que lo matara. Estaba angustiado, pues iba a perder todo lo que tenía. «En cambio, su abuelo Abraham era un vencedor. No tenía miedo de nada. Estaba tan seguro de su Dios que no temió en sacrificar a su propio hijo», explicó.

En el momento en que se habla del sacrificio, algunos dudan, porque Dios no está en ellos. La seguridad de estas personas son las cosas que poseen.

«Entonces los que estaban reunidos, le preguntaban, diciendo: Señor, ¿restaurarás en este tiempo el reino a Israel?» (Hechos 1:6). Cuando Jesús habló sobre este bautismo los discípulos estaban preocupados por otra cosa. Actualmente ocurre lo mismo, hay quienes no han comprendido Su valor y se preocupan con cosas que no les darán paz ni seguridad.

El obispo explicó que «lo más importante que le puede suceder es tener al Espíritu Santo dentro de su vida. Así su historia cambia. Por otro lado, al recibir solo una bendición cambia su condición, pero no su historia».

«Pero recibiréis poder cuando el Espíritu Santo venga sobre vosotros; y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra» (Hechos 1:8).

Jesús pidió no preocuparse con cosas pequeñas, sino por recibir el poder que viene de Él. Solo así se adquieren fuerzas para vencer tribulaciones, tentaciones, pecados, miedos y dudas. «Dios quiere darle no solo una bendición, sino el poder para conquistar y ser testigo de Él a donde quiera que vaya».

Eso fue lo que Jacob entendió. Cuando fue al Vado de Jaboc comprendió que esta era la única forma de recibir una nueva identidad. Tener un encuentro con Dios.

El diccionario define la palabra «dotar» como «equipar, proveer a una persona o cosa de alguna característica o cualidad que la mejore». Eso fue lo que Dios hizo con Jacob, lo dotó con Su Espíritu. Él solo entrará en su vida si como Jacob, lo prioriza sobre todas las cosas.