El hogar

Su hogar también habla sobre su fe en Dios, al final, quien es santo vive en santidad. Si nuestro cuerpo es el templo del Espíritu Santo, ¿el lugar en donde vivimos qué es? Muchas personas al ocuparse con la obra de Dios dejan ser la obra de Dios en casa, justamente porque no ven sus hogares como una extensión de su fe y testimonio.
El hogar es tan importante que Dios instituyó un hogar para Sí mismo cuando Su pueblo estaba en el desierto. Este era un hogar móvil pero que tenía una representación significativa con respecto a Dios. Él se quedaba en el centro de la congregación. En él había respeto y reverencia. Había una tribu que fue separada por Dios solo para que le sirvieran en ese lugar. Diariamente tenían los cuidados necesarios, pero no solo eso, también rituales. El tabernáculo era colorido y dentro de él había utensilios de oro, con detalles decorativos, los cuales usted puede ver al visitar el Jardín Bíblico del Templo de Salomón.
En el tabernáculo había organización, decoración, limpieza y mucha dedicación. Si Dios que es Espíritu hizo un hogar para Sí mismo entre Su pueblo, es porque además de querer estar en medio de él, quería dejarles a todos esos ejemplos también.
Cuando el Señor Jesús vino y comenzó Su ministerio, Él dijo que no tenía un hogar, pues la obra que tenía que hacer no le daba ese derecho. El Señor Jesús vivía viajando de ciudad en ciudad, y sacrificó el tener un hogar y una familia. ¡Pero nosotros no! Nosotros no sacrificamos tener un hogar y una familia, y por eso, no es justo que seamos indiferentes a ellos como si no tuvieran tanta importancia en nuestras vidas como otras cosas que hacemos.
Santo Culto – Rendirse para vencer
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