El fentanilo se considera una droga altamente letal
Aunque en México todavía no hay estadísticas sobre el fentanilo, ya se reportan algunos casos de consumo, un estupefaciente considerado 50 veces más peligroso que la heroína y 100 veces más que la morfina. En Estados Unidos, por ejemplo, está asociado con el 29 % de las 63 632 muertes por sobredosis registradas, según el Centro Nacional para Estadísticas de Salud de EEUU (NCHS).
«Es una sustancia potente que puede ocasionar la muerte desde la primera ingesta, sea inyectada o inhalada por los jóvenes», explica María Isabel Batriz, titular de la Dirección de Prevención del Delito, en Hermosillo. El fentanilo es un polvo de grano fino usado como anestesia quirúrgica y se receta para tratar el dolor, esto permite que fácilmente se pueda mezclar con otras drogas.
Por su parte, la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes alertó que su consumo se ha convertido en un tema de salud pública. De igual forma, se afirma que su popularidad se debe a su potencia, efecto y costo, ya que es muy barata… Sin embargo, quienes lo consumen, por lo regular, desconocen sus efectos y consecuencias.
«Inhalaba cocaína casi todos los días»
«A los 18 años, tuve mi primer contacto con las drogas y el alcohol. Sin embargo, nunca me imaginé rebasar los límites y que esto se convirtiera en un problema serio para mí.
Empecé con bebidas embriagantes, después se les sumaron la marihuana, éxtasis, cocaína —que inhalaba con más frecuencia— y el cigarro, que fumaba cuatro cajetillas al día. Había ocasiones en las que no llegaba a mi casa por dos días y cuando lo hacía, me encerraba a oscuras para vivir mi depresión, soledad, miedo… No obstante, delante de mi familia aparentaba estar bien.
Durante mi adicción, llegó un punto en el que mi nariz sangraba y vivía con asco.
En ese lapso, mi madre ya frecuentaba la Universal y me pidió que la acompañara. No entendía por qué, pero era la primera vez, después de mucho tiempo, que volvía a sentirme feliz. Elegí seguir yendo y, tras algunos meses, noté que había perdido el gusto por esas bebidas y sustancias que me hacían daño, pues había encontrado algo mayor que eso: el Señor Jesús.
Ahora que superé mis adicciones, me dedico a ayudar a otras personas con problemas similares a los de mi pasado. No logro estar cerca de lo que antes consumía, me da repulsión. ¡Soy una prueba de que el vicio sí tiene cura!» -Gisele Talavera
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