El Espíritu Santo es toda la armadura de Dios

Cuando hablamos sobre la necesidad de que una persona nazca del agua y del Espíritu Santo, de tener la mente, la inteligencia y la sabiduría del Altísimo, no es una cuestión de opción para que ella sea preparada para realizar la Obra de Dios.

Es obvio que, cuando la persona tiene el Espíritu Santo, naturalmente ella va a ejercer su actividad de acuerdo con la Voluntad de Dios, pero hay una mayor necesidad de tenerlo. Todos enfrentamos problemas y ellos tienen una fuente de existencia: el espíritu del mal. Eso no significa que una persona necesariamente esté poseída por un espíritu maligno, sino que todo problema y situación mala tiene su raíz en el infierno.

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Dios es Espíritu y el mal también es espíritu. De un lado tenemos la Fuente del Bien y del otro la fuente del mal. Entonces, si la persona tiene el Espíritu Santo, ella tiene la Fuente del Bien en su interior y tiene el poder para confrontar la fuente del mal y vencerlo.

Está escrito: «Porque nuestra lucha no es contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los poderes de este mundo de tinieblas, contra las huestes espirituales de maldad en las regiones celestiales.» (Efesios 6:12). Por lo tanto, nuestra guerra es en el campo espiritual y no en el material. Dios es Luz y el diablo representa a las tinieblas, así, en donde hay Luz, las tinieblas se disipan y huyen, y quien anda en la Luz vence todo: a sí mismo, al mundo y al infierno.

Dios quiere hacer morada dentro de ti con Su Espíritu para que, a través de ti, haya victoria y luz en este mundo. Pero, para ser Dios, necesitas ser enterrado por el bautismo en las aguas y comenzar una nueva vida diferente. Si te entregas de cuerpo, alma y espíritu con todo tu corazón, recibirás el Espíritu Santo.

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