El Espíritu que revive a los muertos

En la mañana del pasado 20 de abril, el Domingo de Resurrección, el obispo Franklin Sanches comenzó la palabra del Santo Culto con el siguiente versículo:
«Pero si el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el mismo que resucitó a Cristo Jesús de entre los muertos, también dará vida a vuestros cuerpos mortales por medio de Su Espíritu que habita en vosotros.» (Romanos 8:11).
«El cuerpo de Jesús estaba muerto, y el Espíritu de Dios entró y lo levantó», dijo el obispo. «Y Pablo explicó que si ese Espíritu habita —no al lado, sino dentro— de nosotros, entonces Él dará vida a nuestros cuerpos».
El mensaje fue directo a los que sienten que ya no pueden más: «Y si ese mismo Espíritu habita en nosotros, también dará vida a nuestro cuerpo mortal. Cuando el Espíritu Santo entra en una persona, la llena de vida: se va la depresión, se va el pensamiento suicida, se va la tristeza, el nerviosismo, la agresividad, la violencia».
Pruebas incontestables
El obispo también habló del tiempo que siguió a la resurrección de Jesús. «Después de resucitar, Él pasó 40 días dando evidencias incontestables de que estaba vivo. Se apareció a María Magdalena, a los discípulos en el camino de Emaús, a los once en el cenáculo, a más de 500 discípulos. No había forma de negar que Él estaba vivo. Y después de 50 días, en el día de Pentecostés, la Biblia dice que el Espíritu Santo descendió sobre todos los que estaban reunidos en el cenáculo».
A partir de esta enseñanza, el obispo anunció un propósito especial, el inicio de una preparación espiritual rumbo al Día de Pentecostés, que este año se celebrará el 8 de junio.
«Vamos a hacer en estos 50 días lo que ocurrió después de la resurrección. Jesús va a dar respuestas a sus oraciones, va a sanar, liberar, transformar su familia. En estos días va a dar evidencias de que Él está vivo […]. Son 8 domingos en preparación espiritual hasta Pentecostés […]. Y en el quincuagésimo día, el Espíritu Santo será derramado sobre todos los que estén preparados», dijo.
Esto se complementó con la lectura de Hechos 2:16-17, en el cual el apóstol Pedro cita la profecía de Joel:
«Y sucederá en los Últimos días —dice Dios— que derramaré de Mi Espíritu sobre toda carne; y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán…».
El obispo destacó que esa promesa sigue vigente hoy: «No importa si su hijo está en las drogas, en el crimen, preso… la Biblia dice que cuando el Espíritu Santo venga, sus hijos profetizarán. Imagínese ver a su hijo convertido en un hombre o una mujer de Dios. Esa es la esperanza que el Espíritu de Dios trae».
El mensaje abarcó a todas las edades: «El joven sin el Espíritu vive solo el ahora, sin visión. Pero con el Espíritu, comienza a ver más allá. Y los ancianos, que muchas veces ya no sueñan, recuperan la esperanza y el deseo de vivir». El culto concluyó con un llamado claro: abrir el corazón al Espíritu de Dios y prepararse para vivir una transformación real durante este periodo hacia el día de Pentecostés.
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