El desierto que florece
Mientras para algunos un periodo de dificultad puede ser el fin, para otros solo es el recomienzo de una nueva jornada
¿Alguna vez has imaginado un desierto florido? Créelo, existe. El desierto de Atacama, ubicado al norte de Chile, a pesar de ser el más seco e inhóspito del mundo, cada cierto tiempo florece.
En las inmensas laderas desérticas florecen miles de especies en color amarillo, rojo, blanco y violeta, que llenan de colores el inmenso espacio vacío que llega a alcanzar temperaturas superiores a los 40 grados Celsius. No todos los años florece el desierto chileno. Esto depende exclusivamente de las condiciones climáticas como la lluvia. Antes, las flores aparecían cada cinco años o incluso diez años, pero, últimamente, los colores en el lugar se han vuelto recurrentes.
Lugar de aprendizaje
¿Qué tiene que ver el desierto de Atacama contigo? Todo cristiano ya ha enfrentado una guerra o un momento difícil: un verdadero desierto espiritual que tiene la intención de enseñar, ayudar a madurar y florecer la vida de los que sacan provecho de la situación.
Lamentablemente, muchos han enfrentado sus desiertos con pesar y reclamos. Pero es necesario entender el motivo por el cual estás pasando por el desierto. A veces es a causa de las elecciones; otras porque Dios te llevó. ¿Y sabes por qué Él nos lleva allá? Porque el desierto es un lugar silencioso y, cuando no tenemos ninguna voz para escuchar, somos obligados a escuchar la Voz de Dios. El desierto también es solitario y quiebra nuestro orgullo. Allí olvidamos nuestra vanidad y así podemos ser pulidos y crecer en la fe.
Buena noticia
En su blog, el obispo Edir Macedo explica que todos nosotros estamos en la calle de la vida y, durante nuestro viaje, también atravesamos nuestros desiertos.
La buena noticia es que quien tiene el Espíritu Santo en su interior sabe que incluso en el desierto más seco del mundo, tarde o temprano, florece y que los desiertos temporales por donde pasamos también van a florecer. «Solo debemos continuar siendo la propia bendición para Dios y para los que viajan con nosotros, rumbo a nuestro destino final, que es el Reino de los Cielos.
Me alegro al decir que, sea cual sea la parte del camino de la vida donde usted se encuentre en este momento, continúe yendo adelante, continúe siendo la propia bendición, el desierto tarde o temprano florecerá para usted también». La Palabra de Dios en el libro de Isaías 35:1 dice: «Se alegrarán el desierto y la soledad; el yermo se gozará y florecerá como la rosa».
No es agradable estar en el desierto. Este representa los momentos difíciles que enfrentamos, las luchas, las persecuciones y los momentos de agonía. Soportamos cosas que jamás imaginaríamos soportar cuando lo enfrentamos, pero descubrimos fuerzas para no desistir. El obispo Edir Macedo hace una reserva y cuestiona: «aprendemos a confiar en el Padre, porque o lo vemos a Él y lo seguimos hasta las aguas, hasta el lugar de descanso, o nos perdemos y morimos en el desierto. ¿Cuál es su elección?»
comentarios