El contraste entre Abraham y Lot

El contraste entre Abraham y Lot

Por Departamento Web

Abraham y Lot fueron muy diferentes

En la Biblia, es interesante notar cómo los caminos trazados por Abraham y Lot fueron tan diferentes. Aunque ambos habían estado expuestos ante la misma oportunidad.

Por un lado, tenemos a Abraham. Él había obedecido el llamado de Dios para dejar Harán y caminar rumbo a una tierra desconocida (Génesis 12:1). Contempló las estrellas del cielo, como una promesa de Dios para él (Génesis 15:5). Perseveró y la vio cumplirse en su vida. Su mayor sueño se realizó. Cuando todo parecía haber terminado bien, Dios lo llamó para la verdadera prueba. Y Abraham no se rehusó. Subió al monte Moriah, presentándose ante el Altísimo (Génesis 21:1-9). Al final, fue llamado “amigo de Dios” (Isaías 41:8) y se convirtió en una referencia de fe para todos.

Del otro lado, tenemos a Lot. Él era el sobrino de Abraham. Por lo tanto, también, sabía de la existencia del único Dios. No obstante, en toda su historia no lo vemos dirigiéndose al Señor. Por el contrario, el materialismo y la “vista miope” formaban parte de sus características. Lot estaba preocupado solo con el “aquí” y el “ahora”. Y, a diferencia de Abraham, no lograba ver que había mucho más que solamente las conquistas materiales de este mundo.

Dos visiones, dos resultados

Un fragmento que ilustra ese antagonismo entre los dos, fue cuando Abraham y Lot tuvieron que separarse. La Biblia narra que ambos eran ricos poseían muchos bienes. Debido a eso, el espacio ocupado por las dos familias se había vuelto pequeño (Génesis 13:6). Entonces, para evitar desacuerdos, pero seguro de la visión espiritual, Abraham propuso que su sobrino escogiera uno de los lados del terreno para habitar.

Las Escrituras describen ese episodio de la siguiente manera: “Entonces Abram dijo a Lot: No haya ahora altercado entre nosotros dos, entre mis pastores y los tuyos, porque somos hermanos. ¿No está toda la tierra delante de ti? Yo te ruego que te apartes de mí. Si fueres a la mano izquierda, yo iré a la derecha; y si tú a la derecha, yo iré a la izquierda” (Génesis 13:8-9).

Entonces, al observar los bonitos campos verdes del río Jordán, Lot no lo pensó dos veces y eligió irse allá.

“Lot era rico materialmente, sin embargo, muy pobre espiritualmente. La condición espiritual de alguien es medida por sus ojos. Si usa los ojos físicos, estos siempre son codiciosos, como en el caso de Lot. Consecuentemente, su elección será equivocada”, analiza el obispo Edir Macedo en su libro La fe de Abraham.

Abraham: un ejemplo a seguir

Por otro lado, Abraham caminaba con los ojos de la fe. Y, por eso, confiaba en que Dios lo bendeciría en cualquier lugar que estuviera. Abraham no vivía por lo que sentía, sino por medio de la certeza que tenía en el Altísimo.

El triste fin de Lot

Debido a esa mala elección, las consecuencias en la vida de Lot fueron desastrosas. Él estuvo en contacto con el pueblo de Sodoma y Gomorra, dos ciudades extremadamente abominables e inmorales.

Una mañana, tuvo que huir de ahí a toda prisa con su familia (Génesis 19:15). Es interesante notar que los ángeles de Dios tuvieron que tomarlos de las manos, porque tardaban. Con Abraham fue diferente, quien, por el contrario, se apresuró para atender a Dios.

Entonces, Lot perdió todo lo que tenía —inclusive a su esposa. Terminó sus días viviendo en una cueva con sus dos hijas, y tuvo hijos con ellas, que engendraron dos pueblos terribles, enemigos del Altísimo: los moabitas y los amonitas (Génesis 19:30-38).

Lot tuvo un final triste porque vivió basándose en lo que sus ojos naturales veían.

“Cuando se pierde la visión espiritual, los ojos físicos son los que empiezan a dirigir la vida. Ahora, los ojos físicos no pueden ver a Dios, mucho menos Su voluntad. Por lo tanto, estos siempre nos llevan al mal. ¡Así fue con Lot! Sus ojos físicos lo condujeron a Sodoma”, continúa el obispo Macedo.

¿Qué desea Dios para nosotros?

¿De qué tiene sed? ¿De riquezas? ¿Un matrimonio bendecido? ¿La sanidad de una enfermedad? Es natural que nosotros, seres humanos, deseemos bendiciones como esas. Pero, Dios desea mucho más de lo que queremos.

La verdad es que el Señor Jesús vino al mundo para ofrecer algo que durará para siempre. Él quiere que tengamos una visión que trasciende las fronteras de nuestras necesidades en este mundo. Él quiere que seamos una “fuente de agua que fluya para vida eterna” (Juan 4:14).

Tal como sucedió con Abraham, el Altísimo desea hacer de nosotros la propia bendición (Génesis 12:2).

Pero, para eso, necesitamos ver con los ojos de la fe, así como lo hizo Abraham.

Lea también: La fe sin acción es solo teoría religiosa

Entonces, ¿qué hacer?

Participe en una de las reuniones que se llevan a cabo en el Templo de los Milagros, en Av. Revolución núm. 253, Col. Tacubaya, CDMX, o en la Universal más cercana a su domicilio.

Además de eso, de lunes a viernes, se ha estado llevando a cabo la oración a medianoche con el obispo Franklin. Usted puede ver la transmisión en vivo por medio de Facebook y YouTube.

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