El Amigo correcto
«Ciertamente has hablado a oídos míos, y el sonido de tus palabras he oído: “Yo soy limpio, sin transgresión; soy inocente y en mí no hay culpa”» (Job 33:8-9).
Cuando se desahoga el sufrimiento con un amigo, él siempre nos juzga mal y nos condena, así como sucedió con Job. Pero si llegamos al Altar de Dios con sinceridad y arrepentimiento, Él nos entiende muy bien y nos recibe con el perdón. Salimos de ahí ligeros, con la mente transformada y con ideas seguras para proseguir con Su dirección. Es lo más precioso que podemos recibir, el ESPÍRITU SANTO.
Por Ester Bezerra
comentarios