«Desde la infancia, me involucré en los vicios»

«Desde pequeño, conocí la marihuana, los inhalantes y el alcohol. Esto porque mi padre y mis hermanos estaban envueltos en estos vicios. Muchas veces, pensé: “yo no seré como ellos”, pero al final caí en lo mismo.

De hecho, en diversas ocasiones, me quedé dormido en la calle porque ingería tantas sustancias tóxicas que perdía la noción de la realidad y el tiempo. Cuando despertaba, me daba cuenta de lo que había hecho, me sentía mal; sin embargo, no podía dejarlo.

Bajo los efectos de las drogas, cometí actos de los cuales hoy en día me avergüenzo y arrepiento, por ejemplo: robarle dinero a mi familia para comprar mi vicio. Fueron muchos años con esas conductas, todos pensaban que era imposible que cambiara; pues ni aun formando mi familia me alejé de esto, al contrario, lo hacía aún más y hasta golpeaba a mi esposa.

Cansado de esta vida, llegué a la Universal. Aquí escuché hablar del Espíritu Santo y los cambios que genera cuando lo tenemos dentro de nosotros. Decidí buscarlo, pues quería ser un hombre distinto. Una vez que lo tuve, siendo constante en mis oraciones, ayunos y búsquedas, empezó a darme asco el alcohol y la marihuana. Me liberé de los vicios.

Ahora, tengo un hogar de verdad y respondo como padre de familia, amo y valoro a mi esposa y a mi hija. Económicamente, no nos falta nada. Sí se puede ser diferente si uno decide buscar al Espíritu Santo.» -Benjamín Salazar