¿De qué lado está?

Cuando sus intenciones le conducen lejos de sus principios y valores. Lea y medite

Después del suceso del diluvio, solo quedó la familia de Noé en la Tierra. A partir de entonces, ellos empezaron a desarrollarse y la humanidad, nuevamente, empezó a multiplicarse.

En ese entonces, como afirma el primer versículo de Génesis 11, solo había un idioma en toda la Tierra. Pero, es importante observar que no menciona solamente que «todos hablaban la misma lengua, sino también el mismo habla», aunque parezca repetitivo, no lo es.

«Tenía entonces toda la tierra una sola lengua y unas mismas palabras» (Génesis 11:1).

Esto significa que había una perfecta comprensión entre ellos, sobre todo lo que era dicho. Lo cual no sucede hoy en día. Aunque muchos hablen nuestra lengua, no todos logran entender lo que decimos. Pues, no todos tienen la misma fe, los mismos valores, la misma disposición para agradar a Dios. De esa manera, no entienden cuando hablamos de las cosas de Dios.

Sin embargo, con ellos, eso no sucedía. Pues había unidad de pensamiento. Pero, entonces, ¿por qué Dios vio en esa unión un problema?

La respuesta está en el versículo 4 «Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra» (Génesis 11:4).

Por detrás de sus intenciones, aparentemente inofensivas, Dios vio orgullo y vanidad. Los mismos sentimientos que vio en lucifer. Ellos querían hacer algo grande, a fin de ser reconocidos, admirados en el mundo, y no para engrandecer y agradar a Dios.

Ese es el problema de muchas personas: ellas quieren fama y reconocimiento. Y eso es exactamente lo que buscaban las personas que construyeron la torre de Babel. Querían dejar su nombre en la historia. Y lo dejaron, ¡como mal ejemplo!

Vea cómo la unión puede ser peligrosa, porque, muchas veces, es para el mal, pero viene de forma disfrazada, aparentemente, inofensiva.

Por lo tanto, es necesario evaluar siempre sus intenciones y sus argumentos, porque, muchas veces, son soplados sutilmente por el diablo y sin notarlo usted es usada por él. Me entristece ver que muchas cristianas no tienen el perfume de Jesús. En lugar de eso, exhalan el mal olor del diablo. El cristianismo de ellas solo es religión, no viven la Palabra de Dios.

Tal vez, usted piensa que por no estar mintiendo, robando o adulterando, no está pecando. Pero, el pecado empieza de manera muy sutil, es decir, él va envolviendo a la persona de tal manera que, cuando se da cuenta, está en un sendero que la llevará muy lejos de sus principios y valores.

Al principio, no había nada de malo en lo que aquellas personas estaban queriendo hacer, pero, por detrás de ese deseo, había malas intenciones. Por eso, Dios vino y confundió la lengua para que ya no se entendieran.

«Y descendió el Señor para ver la ciudad y la torre que edificaban los hijos de los hombres. Y dijo el Señor: He aquí el pueblo es uno, y todos estos tienen un solo lenguaje; y han comenzado la obra, y nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer. Ahora, pues, descendamos, y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero» (Génesis 5:7).

Entonces, evalúe sus acciones, piense bien antes de tomar cualquier actitud. Usted tiene que preguntarse por qué, dónde está; por qué sigue a determinada persona en las redes sociales; por qué insiste en publicar ciertas fotos: pregúntese a sí misma, ¿eso le agradará a Dios o a mí misma?

¿De qué lado está? Quien está de lado de Dios no le dará valor a sus propias opiniones, sino a la opinión de Dios. Siempre está meditando sobre cuál es la voluntad de Dios para su vida.

No importa lo que el mundo diga al respecto de cualquier cosa; lo que importa es lo que la Biblia dice: ¡Solo hay un lado, el de Dios!

Por Cristiane Cardoso