¡Cuida tu mente!
El cerebro es el responsable de coordinar el resto de nuestro cuerpo y nuestros pensamientos son capaces de llevarnos a cualquier lugar, recordarnos experiencias y hasta visualizar cómo y en dónde nos gustaría estar de aquí a algunos días, meses y años.
Por esta razón, el mal trabaja constantemente para dominar la mente, pues de ella, incluso, podría depender la eternidad de nuestra alma. Es justamente ahí donde nacen los deseos suicidas, los crímenes, los pensamientos de venganza, odio, inferioridad y muchos más.
Por ello, la Biblia nos incita a cuidar, a vigilar constantemente nuestra mente, cuando dice:
“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12:2).
Solamente a través del conocimiento y práctica de la Palabra de Dios es posible vencer los dardos de fuego del maligno que llegan a nuestra cabeza. El apóstol Santiago enseña: “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros” (Santiago 4:7). De esta forma, cuando el diablo intentare persuadir tu mente, no cederás a sus intenciones.
Solo tú tienes el poder para controlar lo que piensas, lo que sientes y lo que haces. Decide oír la voz de Dios.
Si notas que, últimamente, tu cabeza ha sido bombardeada con ideas o pensamientos que antes no tenías y estos te roban la tranquilidad, acude este viernes a cualquier Centro de Ayuda Universal para recibir una oración en tu favor y, junto a tu fe, seas libre de ese mal.
“En mi cabeza solo había una idea latente: tengo que morir”
“Durante 19 años, viví en depresión, esto porque no podía superar la muerte de mi hija. Tiempo después, me diagnosticaron cáncer de mama, para mí fue una muy buena noticia porque asociaba —como mucha gente— el cáncer con la muerte y lo que más deseaba era morir.
Sin embargo, superé la enfermedad. Esto me frustró y continuamente pensaba de qué manera acabaría con mi vida, era una especie de obsesión. Pero al darse cuenta de mis intenciones, en mi trabajo, me llamaron la atención, me dijeron que no podía comprometer así a la empresa. Estaba muy triste, afligida, no podía dormir… dejé de salir de casa, ya no me bañaba, perdí toda ilusión por vivir.
Cuando mi mamá se enteró de lo que me sucedía, me invitó a la Universal, me dijo que Dios podría darme la paz que tanta falta me hacía y liberarme de esa depresión. Decidí participar con el anhelo de que alguien me ayudara a salir de este bache emocional.
En la Universal, aprendí a usar mi fe y, a través de ella, pude salir adelante. El Señor Jesús me dio el consuelo que necesitaba, he recuperado la alegría después de tantos años de tristeza, estoy segura que encontré el camino de la felicidad verdadera al estar bajo el abrigo de Dios”, Cecilia Quiñones.
*La asistencia espiritual no sustituye los cuidados médicos. Será el tipo de trastorno, su origen y el modo de ser de la persona los que configurarán la manera de orientar, en cada caso.
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