¿Cuántas oportunidades más dejarás pasar?

¿Cuántas oportunidades más dejarás pasar?

Por Social Media

«¡Jerusalén, Jerusalén, la que mata a los profetas y apedrea a los que son enviados a ella! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus pollitos debajo de sus alas, y no quisiste!» (Mateo 23:37).

Esas palabras fueron dichas por el Señor Jesús para la ciudad elegida por Dios.

Sin embargo, de acuerdo con el obispo Renato Cardoso, en ese contexto, Jerusalén también representa a las personas que Dios ha intentado alcanzar de varias formas, así como intentó alcanzar a Jerusalén.

Ya que, a lo largo de los siglos, Dios envió a profetas, sabios e incluso ángeles a aquella ciudad, pero Sus mensajeros siempre fueron rechazados, apedreados y algunos hasta asesinados, incluyendo al propio Hijo de Dios.

«Y así como Jerusalén, muchas personas se resisten a todos los intentos de Dios en alcanzarlas. Usted debe entender que Dios tiene muchos mensajeros, Él tiene muchas maneras de hablar. Dios no habla como estoy hablando, sino que Él habla a través de Su Palabra, de varias formas. Dios puede usar mi boca, así como también puede usar un pájaro, un árbol… Él puede usar un problema que está pasando para hablar con usted, puede usar un error suyo, incluso puede usar a un ateo, como muestra la Biblia, en la que muchas veces usó a hombres y reyes que no creían en Él. En fin Dios es Dios, puede hablar de la forma que quiera», destacó el obispo Renato.

Oídos humildes:

No obstante, el obispo incluso destaca que, para que una persona escuche la voz de Dios, necesita tener oídos humildes. «Tener oídos para oír significa la humildad para recibir el mensaje, recibir la Palabra de Dios», explica.

Según él, uno de los peores errores que una persona puede cometer es creer que es alguien. Pues mientras crea que sabe, no va a buscar mejorar. Por lo tanto, no escuchará consejos de nadie, ni de Dios.

«Son las personas que están gimiendo, sufriendo y, cuando alguien se propone a ayudarlas, ellas dicen: “no, gracias; no es necesario; me las arreglo solo; yo lo resuelvo”. Así es con muchas personas que son resistentes, necias, orgullosas y, por eso, Dios no puede alcanzarlas. No porque Él no quiera, sino porque ellas no quieren», alertó el obispo.

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