«Con lágrimas en los ojos, mis hijas me pedían que dejara de tomar»
“Les decía a mis hijas: ‘hoy no van a ir a la escuela’, no las llevaba porque estaba bajo los efectos del alcohol y no tenía fuerza ni para estar en pie.»
No desempeñaba un buen papel como madre, pero no era capaz de corregir mis errores. Era una mujer alcohólica”, cuenta Nicomedes Rojas.
En los últimos años el consumo de alcohol entre la población femenina en el país ha aumentado 200%, según lo reporta la Comisión Nacional contra las Adicciones (CONADIC). Lo lamentable es que la mayoría de ellas ve al alcoholismo como un ‘derecho’ o una condición ‘normal’.
Nicomedes dice que ser madre alcohólica era una prisión que le robó la dignidad. Comenta que muchas veces no supo ni cómo llegó a su casa por el estado de ebriedad en el que se encontraba.
“Fueron tantos años en el alcoholismo que ya ni recuerdo cuántos exactamente, solo vienen a mi memoria las voces de mis pequeñas hijas que me pedían con lágrimas en los ojos: ‘¡mamá por favor ya no tomes!’ Y es que las descuidaba tanto que, muchas veces, fui amenazada por mi madre con mandarlas al DIF si no dejaba de tomar”, recordó ella.
“Ser una madre alcohólica genera una vergüenza. La madre, se supone, tiene que ser el sostén emocional de la familia por el hecho de ser mujer. La madre alcohólica rompe con esa imagen”, refiere el psicólogo Miguel del Nogal.
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Cura de los vicios
“Cuando pensé que eso era todo, que estaba condenada a morir así, un vecino me invitó a la Universal. Allí hallé lo que me hacía falta para dejar el alcoholismo: encontré a Dios… Nunca es fácil cambiar, pero el Señor me dio la fuerza de voluntad para lograrlo. Si alguna mamá alcohólica me lee, quiero decirle que si yo pude superarlo, ella también; y la Cura de los Vicios es la salida a este problema”, finalizó Nicomedes.
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