¿Cómo tener una vida en orden?
El pasado domingo 24 de enero, el obispo Franklin Sanches ministró la transmisión del Santo Culto y, esta vez, aclaró que tener fe no es lo mismo que convertirse.
La Biblia cuenta que cuando el pueblo de Israel se alejaba de Dios, sufría plagas o venían los enemigos para dominarlo y quitarle lo que tenía. De acuerdo con lo que explica el obispo, eso no era castigo del Señor (como muchos suelen creer): «al contrario, Dios ama al pecador, pero odia el pecado. Sin embargo, cuando una persona se aparta de Él, entonces, ella sufre las consecuencias. Es necesario entender eso claramente».
Un ejemplo equiparable es cuando los padres aconsejan a sus hijos por su bien. No obstante, no pueden hacer nada si el hijo o la hija no quiere hacer caso y sufre las consecuencias. «Así es el ser humano con relación a Dios, las personas sufren porque no quieren oírlo, no porque Él castiga. [No obstante], el Señor muestra qué es lo que se debe hacer para revertir esas situaciones consideradas caóticas», agregó.
«Ahora, pues, dice el SEÑOR, convertíos ahora a mí con todo vuestro corazón, con ayuno, llanto y lamento.» (Joel 2:12).
Cuando Dios habló con los israelitas, estaban en una situación miserable, pero les dijo cómo pueden tener una vida bendita en la que nada les faltaría: convirtiéndose. Pero ¿qué significa? «Convertirse significa cambio de dirección. Uno está yendo por un camino y da un giro de 180 grados y se va por otro, decidiendo volver a Él. En algunas versiones bíblicas dice: “Volveos a mí”, es decir, Dios llama a la persona para que vuelva a Él y entienda que la raíz de su dolor es porque está lejos del Señor», aclaró el obispo.
Sin embargo, la conversión no es de palabras, es con todo el corazón (lea Joel 2:13), el hecho de que la persona diga que tiene fe en Dios no significa que está comprometida con Él. Es como el hombre que quiere tener una relación con una mujer, pero no quiere casarse con ella.
Una vez que la persona se entrega a Él y decide obedecerlo, se cumple lo que está escrito: «Y el Señor, solícito por su tierra, perdonará a su pueblo. Responderá el Señor y dirá a su pueblo: Yo os envío pan, mosto y aceite, y seréis saciados de ellos; y nunca más os pondré en oprobio entre las naciones.» (Joel 2:18-19).
«¿Sabe qué significa enviar pan? Abundancia, que ya no vivirá en la miseria, no faltará el sustento. ¿Mosto? Este representa la alegría; cuando se convierte a Jesús, no estará deprimido, triste, con amargura…, porque dentro de usted estará el Señor Dios. ¿Y el aceite? Es un símbolo del Espíritu Santo, y lo interesante es que cuando desciende sobre una persona, ordena su vida. […] Cuando satanás entra en la vida de una persona, la desordena, por eso muchos tienen su matrimonio y economía desordenada, pero cuando el Espíritu de Dios entra, Él pone todo en orden.
Si toma la decisión de convertirse, de obedecerlo y reconoce que no le ha sido fiel al Señor, le perdonará y su historia empezará a cambiar. No importan sus pecados, Dios es misericordioso, como está escrito», finalizó el obispo.
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