¿Cómo reaccionas cuando alguien te reprende?

¿Recuerdas la última vez que fuiste reprendida por una actitud equivocada? Alguien pudo advertirte por los errores relacionados con tu comportamiento en el trabajo, en la obra de Dios o en casa. ¿Cómo reaccionaste? ¿Estuviste triste, pero reconociste que necesitabas cambiar, o te enojaste y concluiste que aquella persona fue la que te falló e incluso te dijiste a ti misma que ella no debería haberte señalado tus errores?

El hecho es que nadie está feliz por una reprensión, pero tu actitud frente a ella demuestra quién eres. Ve lo que afirma el siguiente versículo bíblico: «Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.» (Hebreos 12:11).

El fruto pacífico de justicia que la Palabra de Dios menciona representa al hecho de estar en paz por hacer lo que le agrada a Dios, pero este solo es alcanzado por los que reconocen sus errores, no permanecen en ellos y se esfuerzan en hacer lo que es correcto.

En un pasaje del libro de 2 Corintios, el apóstol Pablo lamentó haber entristecido a la iglesia con su primera carta, pero, después, mostró que se sintió aliviado y feliz al saber, por medio de Tito, que aquella tristeza había generado en la iglesia arrepentimiento y, por lo tanto, Salvación. En ese pasaje, vemos la diferencia entre la tristeza de Dios y la del mundo: mientras la primera genera arrepentimiento para la Salvación, la segunda genera muerte.

El texto bíblico dice: «Porque aunque os contristé con la carta, no me pesa, aunque entonces lo lamenté; porque veo que aquella carta, aunque por algún tiempo, os contristó. Ahora me gozo, no porque hayáis sido contristados, sino porque fuisteis contristados para arrepentimiento; porque habéis sido contristados según Dios, para que ninguna pérdida padecieseis por nuestra parte. Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte.» (2 Corintios 7:8-10).

La tristeza de la iglesia de Pablo fue por haber herido y ofendido a Dios con sus errores y no por haberse preocupado con opiniones ajenas. Era la tristeza según Dios, que trae arrepentimiento, y no la tristeza del mundo, que hace que la persona sienta vergüenza y enojo del mensajero de la verdad y por eso, no cambie sus actitudes.

Al respecto, Cristiane Cardoso, fundadora del movimiento Godllywood, explica que la Palabra de Dios causa dolor, pero no genera enojo. Es dura, pero como es el camino para el cambio, la Palabra salva.

«Normalmente es así: antes de cambiar, tenemos que sufrir. Es como un niño: a veces solo aprende cuando pierde algo. Nosotros solo nos arrepentimos cuando sufrimos y Dios permite que sintamos ese dolor porque es benéfico. ¿Usted está sintiendo vergüenza, está sintiendo que la Palabra de Dios fue una bofetada en su cara? Entonces, eso es bueno porque ahí es cuando usted empieza a cambiar», señaló.

Arrepentirse para cambiar

Cristiane enseñó que el arrepentimiento es un don de Dios y, cuando la persona acepta ser contristada por Su Palabra, Él da el don del arrepentimiento. Cuando ella pide por eso, recibe de Él el perdón.

Por eso, pídele a Dios que te muestre en qué puntos necesitas cambiar para agradarlo, acepta las reprensiones de las personas que Él usará para orientarte y seas moldeada por la Palabra de Dios, que es el manual de la vida. «Usted solo estará bien cuando reconozca que el problema está en su interior. Mientras usted no se vea a sí misma, no se vea en el espejo […], va a estarse equivocando y solo estará pidiendo perdón. Y nunca va a cambiar», concluyó Cristiane.