Cómo nace el amor

Lea y medite en el mensaje de hoy
La primera vez que oí el nombre de Renato fue de los labios de mi madre. Ella hablaba como quien ya vislumbra el futuro: «Él es todo lo que siempre quisiste, Cris…».
Y entonces comenzó a dibujar con palabras a un joven de 18 años que servía a Dios en el Altar, con sinceridad y entrega. En ese instante, algo se despertó dentro de mí. Decidí que necesitaba verlo con mis propios ojos.
Días después, fui a una caminata de la iglesia solo porque él estaría allí. Y cuando lo vi… mi respiración se detuvo. Por unos segundos, el mundo se quedó en silencio. Y en mi interior, una voz suave susurró: «Sí, es él».
Hoy, al pensar en cómo nace el amor, vuelvo a ese momento, pero noto algo que no percibí entonces: Mi corazón se rindió incluso antes de encontrarlo.
Fue en lo que mi madre vio. Fue en lo que ella dijo. Fue en la admiración por las cicatrices que él llevaba, por la fe que lo sostenía, por la manera en que ya vivía para el llamado de Dios.
El encuentro vino después; el amor, ya estaba allí. Nos conocimos, nos casamos… y este año celebramos 34 años de unión. Más enamorados hoy que al principio. ¿Cómo es posible?
Es que el amor, cuando nace de lo Alto, no envejece; madura. No se apaga; se profundiza. Florece incluso en tiempos de sequía. Y con el tiempo, se vuelve más hermoso. Porque ese amor no viene de nosotros. Viene de Él, de nuestro Creador, del Dios que es amor.
Por Cristiane Cardoso













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