¿Cómo apagar la sed del alma?

El ser humano se compone de tres partes: cuerpo, alma y espíritu. Todas ellas necesitan de cuidados especiales para estar bien. El cuerpo, por ejemplo, necesita de alimento, descanso y cuidados de salud. El espíritu es la mente, el intelecto. El alma necesita de amor y utiliza el cuerpo para sonreír, llorar, hablar, sentir… Pero, necesita, sobre todo, salvación. Y es para eso que el Señor vino al mundo y se entregó.

«Y en el último día, el gran día de la fiesta, Jesús puesto en pie, exclamó en alta voz, diciendo: Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba» (Juan 7:37).

«Jesús es el Agua Viva que sacia la sed de nuestra alma. Él vino para todos, pero no todos tienen sed de lo que Él tiene para ofrecer. Por eso, no todos son salvos», dijo el obispo Edir Macedo.

Pero, los que aceptan la propuesta de salvación del Altísimo reciben de vuelta la vida que Él tiene para ofrecer. Tienen el interior lleno con Su Espíritu. «Dios cree en nosotros y, por eso, dio a Jesús, para que quien cree en Él, tenga vida eterna. No es cuestión de religión. Es entrega total de la vida», agregó el obispo.

Entrega por el Bautismo en las Aguas

De la misma forma que el Padre entregó a Su Hijo Amado por la humanidad, los que creen deben entregarle su vida a Él. El primer paso para esa entrega es el bautismo en las aguas (lee Marcos 16:16).

Básicamente, este bautismo significa sepultar. La persona muere para la vieja vida de pecados, a fin de vivir eternamente para el Señor Jesús. Es la creencia que Él requiere de cada uno de nosotros. «Usted muere para el mundo, él no tiene más validez para usted. Y él, Jesús, se vuelve el primero en su vida», dijo el obispo.