Cáncer de mama arrebata cerca de ¡medio millón de vidas al año!
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), anualmente, se registran cerca de más de un millón de nuevos casos de cáncer de mama que, a su vez, arrebata 458 mil vidas en el mismo lapso. Cabe mencionar que, en los últimos años, ha ido en aumento tanto en países que se consideran desarrollados como en los que están en dicho proceso.
Pese a dicho incremento, científicos revelaron que el índice de sobrevivencia rebasa el 80 por ciento de probabilidades. “Aunque es imposible pronosticar quién padecerá esta enfermedad, es posible tratarla cuando se detecta en una etapa temprana; es decir, cuando el tumor es pequeño y no se ha propagado”, indica el ginecólogo obstetra Rafael Pérez, del Policlínico Nacional.
De acuerdo con American Cancer Society, no existe un método que ayude a prevenirlo, hay medidas que pueden llevarse a cabo con el fin de reducir las probabilidades de padecerla, aún más quienes cuentan con un historial familiar con dicha enfermedad o las que tienden a experimentar cambios genéticos.
Asimismo, la asociación refiere que muchas mujeres con este tipo de cáncer no suelen presentar síntomas; por esta razón, es crucial someterse a diversas pruebas que faciliten la detección oportuna, como una mamografía, o bien, una resonancia magnética para descartar que haya invadido otras partes del cuerpo.
“Tuve 32 quimioterapias y 21 radiaciones, pero el cáncer seguía avanzando”
Me resigné ante la enfermedad y solo esperaba el momento de mi muerte
«Me detectaron cáncer de mama. Mi madre había fallecido por la misma razón, lo cual me causó una fuerte depresión. Dijeron que me quedaba poco tiempo de vida…
Me sometí a varios tratamientos, entre ellos 32 quimioterapias, 21 radiaciones y me extirparon 21 ganglios, aun así todo se agravaba. No tenía voluntad de comer y perdí mucho peso. Tampoco podía desempeñar mis actividades, así que perdí mi trabajo y me endeudé.
Me resigné ante la enfermedad y sólo esperaba el momento de mi muerte.
Fui invitada por mi hermana a una Iglesia Universal. Me negaba a venir, pero cuando me di la oportunidad, realmente encontré ayuda. Tras las orientaciones que recibí y conforme asistía a las reuniones, comencé a ver cambios y a sentirme más tranquila. Actualmente, estoy completamente libre del cáncer y ya no dependo de ningún medicamento.
Posteriormente, llegaron otras bendiciones, como en la economía. Primero, encontré un empleo en una buena institución pública, pudiendo así desarrollarme profesionalmente. Con eso, pude saldar mis deudas y abrí una tienda de abarrotes. Todo se fue multiplicando hasta tener un minisúper y me compré un auto.
Dios me ha bendecido grandemente y me ha dado más de lo que le he pedido».
María de Lourdes Camacho
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