Bullying en la escuela
Cristiane cuenta otra de sus experiencias con su hermana y su nueva amiga portuguesa
Cuando escuché de mi nueva amiga que la punk que me acompañaba en la escuela le había escupido y la llamó con nombres feos, me indigné y la llevé con la directora para reportar a la niña. Después de eso, la punk nunca más me habló y a mí ni me importaba, a final de cuentas, su «amistad» no me iba a hacer bien.
La portuguesa vivía sufriendo bullying, no por causa mía, sino a causa de su físico y eso la llevó a desquitarse conmigo. Vivía diciéndome cuán inteligente era ella, y yo no, porque no estaba en sus clases. Me esforcé mucho para ser transferida de aquellas clases de gente que no quería estudiar, incluso porque la punk estaba en todas ellas y no le simpatizaba. Me volví la mejor alumna de historia simplemente porque yo solamente hacía la tarea (sin hablar inglés).
Ir a la escuela continuaba siendo un tormento, hasta para tomar el autobús temprano en la mañana, pues Vivi y yo estábamos en la parada del autobús congelándonos en el frío. En el autobús sufríamos bullying. En la escuela, Vivi estaba sola todo el día y mi única amiga, a veces, hacía que me sintiera inferior a ella. Sinceramente, regresar a casa era la mejor parte del día.
Nuestro hogar siempre tuvo mucha paz. Moysés haciendo sus manualidades graciosas, mis padres tan amorosos el uno con el otro y con nosotros, y Vivi y yo aún éramos las mejores amigas. Cuando nevaba, tenía la esperanza de que la escuela cerrara y, cuando había día feriado, era uno de los mejores días de la semana para mí.
Mientras Vivi y yo vivíamos nuestras dificultades en la escuela, nuestros padres las vivían en la iglesia. Nuestro hogar también se volvió un refugio de todo lo que sucedía afuera. Nos conocimos mejor, conversábamos más, nos apegamos más a nuestros padres, principalmente a mi padre, que antes casi no estaba en casa. Por eso, siempre digo, Nueva York fue malo por un lado, pero por el otro fue muy importante. Allí fue cuando nuestra familia se fortaleció.
A veces, no vemos que las dificultades son las que nos fortalecen y preparan para cosas mayores. En mi caso, fue Nueva York, que me preparó para, entonces, en dos años conocer a Dios. Pero esa historia la contaré más adelante.
Continúa…
Por Cristiane Cardoso
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