¿Bendecido o bendito?

¿Sabía que ser bendecido y ser bendito son realidades espirituales completamente distintas? Aunque a simple vista pueden parecer lo mismo, durante el Santo Culto del domingo 6 de abril, el obispo Franklin Sanches reveló la diferencia: «Ser bendecido es algo temporal; ser bendito es una condición espiritual».
La bendición que pasa
Una persona bendecida es alguien que recibe beneficios o milagros por medio de su fe: puede ser sanada, prosperar económicamente o resolver un problema familiar. Estas bendiciones son legítimas, pero pasajeras.
«Una persona hasta puede ser sanada de una enfermedad, pero después vendrá otra; eso no significa que no habrá otras enfermedades. La bendición es temporal», explicó.
Además, recibir una bendición no transforma la naturaleza de quien la recibe. Una persona bendecida sigue dependiendo de otros y de circunstancias. Incluso el obispo añadió: «Si la persona necesita que la bendigan es porque no es bendita».
La condición del bendito
En contraste, ser bendito es un estado permanente que no depende de las circunstancias externas.
«Cuando soy bendito, esa es mi condición. No importa lo que esté pasando: si estoy en México, me voy a Estados Unidos o a China, yo soy bendito», declaró el obispo.
Añadió que esta condición se alcanza únicamente cuando una persona recibe al Espíritu Santo. Y cuando eso sucede, se convierte en una fuente de vida:
«Respondió Jesús y le dijo: Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed, pero el que beba del agua que Yo le daré no tendrá sed jamás, sino que el agua que Yo le daré se convertirá en él en una fuente de agua que brota para vida eterna» (Juan 4:13-14).
El obispo explicó que la persona bendecida vuelve a tener sed y solo recibe. En cambio, quien se vuelve bendito, como una fuente rebosante, solo da vida. Jesús mismo fue reconocido como tal cuando entró en Jerusalén: «¡Bendito el que viene en el Nombre del Señor!» (Mateo 21:9).
Por lo tanto, Jesús no era alguien que recibía bendiciones, sino que era la fuente misma de ellas. «Por eso podía bendecir, sanar, liberar, traer paz…», afirmó. «Y quien tiene a Jesús dentro de sí, pasa a ser bendito».
El poder de bendecir
Solo quien es bendito puede bendecir de verdad. El obispo lo ejemplificó así: «Si usted es madre y pasa a ser una mujer bendita, bendice a sus hijos; pero si no es bendita, lo mucho que puede hacer es dar una bendición».
Alguien bendecido solo recibe. Pero alguien bendito puede dar, y su entorno cambia con él: su matrimonio, su familia, su empresa…, ¡todo!
El cielo: solo para los benditos
La enseñanza concluyó con una advertencia clara: «El cielo es un lugar de benditos, no bendecidos. Si usted quiere entrar en el Cielo tiene que ser bendito».
Jesús mismo lo dijo en Mateo 7:22-23, cuando rechazó a quienes hacían milagros en Su Nombre, pero no conocían al Señor. Personas que mientras vivían fueron bendecidas, pero no eran benditas. [En cambio] cuando usted es bendito, esa condición se mantiene en la Tierra y en la eternidad. Si quiere entrar al Cielo tiene que ser bendito», finalizó.
«Venid, benditos de mi Padre» (Mateo 25:34).
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