Bájese de su pedestal

¿Por qué parece que Dios abandona a las personas en las situaciones más difíciles? De acuerdo con lo que explicó el obispo Franklin Sanches el pasado domingo 11 de diciembre, Dios nunca abandona a quien ha estado cerca de Él.
«Por ejemplo, si usted ve una pelea en la calle, se pasará de largo porque no es su problema. Pero si su hijo estuviera en ella, ¿qué va a hacer? Inmediatamente se meterá. ¿Ahora entiende por qué Dios no interviene? Porque solo los problemas de Dios son los problemas de Sus hijos», señaló el obispo.
No obstante, para tener a Dios como Padre es importante conocerlo y servirle. Pero ¿cómo conocer a Jesús? La primera clave está precisamente en el ejemplo que dejaron unos sabios griegos:
«Y había unos griegos entre los que subían a adorar en la fiesta; estos, pues, fueron a Felipe, que era de Betsaida de Galilea, y le rogaban, diciendo: Señor, queremos ver a Jesús. Felipe fue y se lo dijo a Andrés; Andrés y Felipe fueron y se lo dijeron a Jesús.» (Juan 12:20-21).
Los griegos se consideraban personas más sabias, inteligentes y preparadas que los demás. Sin embargo, aquellos hombres no fueron a buscar a Jesús porque quisieran milagros, sino porque querían conocerlo. Al respecto, el obispo Franklin refiere que muchas personas solo Lo buscan para beneficiarse de lo que Él puede darles; solo que teniendo esa intención nunca lo van a conocer.
«De manera semejante, antes de casarse con alguien, lo primero que uno hace es conocer a la persona, ¿de qué manera? Escuchándola, hablando, estando y saliendo con ella. A medida que se relaciona, la va conociendo. Así también es con Dios. Uno lo conoce cuando Lo escucha cada vez que lee Su Palabra y habla con Él cuando ora. De ese modo está teniendo comunicación, comunión con Él. Pero esa comunicación no consiste en pedirle cosas: “Dios, dame eso; dame aquello…”. ¡Imagínese estar con una persona que le pide prestado dinero, ropa, comida! Pero ese es el tipo de relación que los demás tienen con Dios, la de buscar beneficios», destacó.
Otro punto muy importante para conocer a Dios está precisamente en mostrarle que Él es la base de nuestra vida. Pues Él se agrada de los humildes de corazón:
«Jesús les respondió, diciendo: Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado. En verdad, en verdad os digo que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, se queda solo; pero si muere, produce mucho fruto.» (Juan 12:23-24).
«Si quiere conocerlo, entonces, tiene que morir para sí mismo, para su ego, orgullo, voluntad y deseos, para que la voluntad de Dios sea hecha en su vida. Nadie va a conocer a Jesús estando encima de un pedestal. Si quiere que Dios se revele para usted, es necesario humillarse. Ahí es cuando la vida de una persona cambia.
Quizá es una persona con títulos, muy preparada, pero ve que no logra reconstruir su familia o su matrimonio; o bien, pese a sus conocimientos está quebrado económicamente. Usted hasta puede tener bienes y personas a su alrededor, pero va a ser infeliz, porque la vida sin Jesús es vivir por vivir: sin sueños, sin propósitos, es una vida amargada, triste. Sin Él, nadie va a estar completo», añadió.
«El que ama su vida la pierde; y el que aborrece su vida en este mundo, la conservará para vida eterna. Si alguno me sirve, que me siga; y donde yo estoy, allí también estará mi servidor; si alguno me sirve, el Padre lo honrará.» (Juan 12:25-26).
Y una vez que usted se vuelva hijo de Dios, «ahí sí reconstruirá su vida, le dará una familia, le prosperará. Porque Le sirve y quiere hacer Su voluntad, entonces, Él querrá agradarlo. Pero es necesario que las personas se quebranten y, por eso, Dios permite que vengan situaciones para romper nuestro orgullo y hacernos entender que Él es la base de una vida plena», finalizó.
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