Amor de hermanas
Vea cómo era nuestra relación dentro y fuera de casa
Viviane y yo éramos inseparables y, al mismo tiempo, peleábamos como perros y gatos. Pues sí, esas dos muchachitas se amaban, pero también le dieron mucho trabajo a mi madre. Recuerdo que ella siempre hablaba de la historia de José y cómo yo necesitaba ser comprensiva con Vivi, a final de cuentas, mi hermanita ya había pasado por varias cirugías y aquello afectaba su humor. De hecho, Vivi era muy oportuna y yo siempre terminaba cediendo…
Era gracioso que en la calle yo era la que la protegía, pero en casa me pegaba. Cuando era mi cumpleaños, todo el mundo tenía que traerle regalo a Vivi, sino ella iba a dar un show. En cambio, en su cumpleaños, yo no ganaba nada, pero me contentaba con saber que por lo menos mi madre no necesitaba lidiar con mis problemas.
Yo sabía que a todos les gustaba más Vivi, ella siempre fue muy graciosa y debido a todo lo que ya había pasado, las personas terminaban queriendo compensar dándole a ella más atención y, en el fondo, me gustaba eso, realmente quería que ella fuera el centro de atención. Yo me retraía y pensaba conmigo misma: «por lo menos en eso quiero que ella tenga más que yo». En el fondo, me sentía culpable por haber nacido perfecta y ella no. Eso no fue lo que mi madre me había enseñado, pero fue lo que terminé haciendo inconscientemente. Me retraje tanto que me anulé totalmente, lo cual en la vida adulta cobró sentido solo después de que me casé, cuando terminé haciendo lo mismo con Renato Cardoso y eso me trajo varios problemas en el matrimonio. Por otro lado, aprendí a servir en lugar de querer ser servida, a comprender en lugar de querer ser comprendida, a dar en lugar de querer recibir.
La historia continúa…
Por Cristiane Cardoso
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