¿A usted le preocupa la salud de su hijo?
Los dulces, la comida chatarra y la vida sedentaria están llevando a los niños a la obesidad, pero los padres pueden ayudarlos a adoptar nuevo hábitos
Los niños mexicanos están enfrentando una epidemia peligrosa: la obesidad infantil. Hoy, 4 de cada 10 menores la padecen, según la más reciente Encuesta Nacional de Salud y Nutrición de la Secretaría de Salud.
De manera más detallada, de acuerdo con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF, por sus siglas en inglés), 1 de cada 20 niños menores de 5 años y 1 de cada 3 entre 6 y 19 años padecen sobrepeso y obesidad.
Esto pone a México entre los primeros lugares en obesidad infantil a nivel mundial. La misma agencia señala que este problema es común en los estados del norte y en las comunidades urbanas.
¿Por qué?
El aumento de peso se relaciona con los cambios de hábitos alimenticios de la población. Ahora, gran parte de las comidas ocurren fuera de casa, con la ingesta de alimentos industrializados. “Lo que más llama la atención es el número de calorías vacías que los niños están comiendo. Ellos están ingiriendo muchos carbohidratos, comida chatarra, galletas, papas fritas, dulces y refrescos. Hoy, los padres ofrecen comida procesada, que tienen grasas y son más fáciles de comer”, alerta el médico pediatra y neonatólogo Nelson Douglas Ejzenbaum, que es miembro de la Academia Americana de Pediatría. La falta de actividades físicas también contribuye el avance de la obesidad.
¿Cuáles son los riesgos?
La obesidad infantil puede llevar al desarrollo de enfermedades cardiacas, colesterol alto, hipertensión, diabetes tipo 2, pubertad precoz, dificultad para caminar, problemas óseos, depresión, desnutrición, esteatosis hepática no alcohólica (hígado graso) y asma. Además de eso, los niños obesos incluso pueden presentar disminución de la autoestima y caída en el rendimiento escolar.
A pesar de la rutina agitada, es necesario separar un momento del día para cuidar la alimentación de los pequeños. “La alimentación adecuada garantiza el bienestar físico y emocional del niño”, dijo la endocrinóloga Gláucia Carneiro.
Es importante recordar que, para los cristianos, tener disciplina en la fe también significa dar el ejemplo en todas las áreas de la vida, inclusive con respecto a la alimentación. Al final, los pequeños tienen sus ojos puestos en los adultos y necesitan mucho su ayuda.
El paso a paso del cambio alimenticio
Involucre a toda la familia y comparta tareas. Los padres e hijos pueden estar presentes en todas las etapas, desde las compras hasta la higiene y preparación de los alimentos.
Haga un plan semanal de alimentación. Eso puede hacerse el fin de semana. Piense en recetas que pueden ser congeladas.
Verifique cuáles son las frutas y vegetales de la estación. Eso ayuda a elegir productos más baratos y frescos.
Haga una lista de compras antes de ir al tianguis o supermercado. Así, usted comprará solo lo necesario.
Excluya calorías vacías de la dieta. Evite pasteles, refrescos, chocolates, galletas, comida chatarra, jugos de saborizante artificial y alimentos congelados.
Intercámbielos por alimentos naturales.
Prefiera alimentos integrales y diversifique el menú. Incluya arroz integral, frutos secos y leguminosas, como frijoles, lentejas, chícharos y garbanzos. El ajonjolí, la avena, la linaza y la chía pueden ser agregados a las frutas y comidas.
¿Qué hacer si el niño se rehúsa a comer?
Nunca cambie la alimentación saludable por dulces, leche o comida rápida. “Si el niño no quiere la comida en ese momento, guárdela y espere. Cuando tenga hambre, ofrézcale la misma comida nuevamente. Los padres necesitan ser firmes y mantener el corazón en el lugar correcto”, enseña Nelson Douglas Ejzenbaum.
¿Cómo evitar una dieta basada en panes, dulces y comida chatarra?
Los padres son los responsables de la alimentación de los hijos. Al final, ellos son los que compran los productos y deciden lo que entra a la despensa. “Los niños comen lo que tienen en casa y lo que los padres compran, ellos aún no tienen mucho poder de elección”, aclara la endocrinóloga Gláucia Carneiro.
Lea también: ¿Quieres que tus hijos crezcan sin complejos? ¡Evita decirles esto!
comentarios