81% de los usuarios de internet miente al conocer a una persona
La gente siempre ha mentido sobre sí misma, pero ahora, con internet, lo hacen de forma algo diferente
Hace unos meses los medios dieron a conocer el caso de una mujer brasileña que fue golpeada hasta sangrar por un hombre que había conocido por internet. Ni los gritos y súplicas de la mujer fueron suficientes para que él detuviera las agresiones. A pesar de ser su primera cita, todo acabó en tragedia —ella ingresó al hospital en estado crítico, sin contar que necesitará varias cirugías para reconstruir su rostro.
El profesor Jeffrey Hancock, de la Universidad de Cornell en Estados Unidos dice que: “La gente siempre ha mentido sobre sí misma, pero ahora, con internet, lo hacen de forma algo diferente”. En un estudio que Hancock realizó comprobó que el 81% de los voluntarios mentía cuando creaban su perfil en los sitios de citas más populares. El peso y la altura es en lo que más mienten, seguido de la edad y el estatus económico.
Si bien internet es una herramienta útil en el trabajo y ayuda a realizar otras actividades, no debemos olvidar que no todo lo que refleja un monitor pertenece a la realidad, pues tanto en las redes sociales como en las páginas para buscar pareja podemos experimentar desde un desengaño hasta situaciones que comprometan nuestra integridad y nuestra vida.
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“Le mentí a mi esposa, la engañé y le pedí el divorcio”
“Aun no sé por qué, pero engañé a mi esposa. Me dejé seducir por una compañera de trabajo que ya sabía que yo era un hombre casado.
Poco a poco, del hombre con valores, responsable y que respetaba a las personas no quedó nada. Aunque sabía que la infidelidad estaba mal, algo me obligaba a seguir. Llegaba tarde a casa, le mentía a mi esposa con tal de quedarme más tiempo con ‘la otra’.
Me sentía como atrapado y sin saber qué hacer. Pedí el divorcio a la mujer con la que había pasado alegrías y tristezas.
Ella, que ya había acudido a la Universal, luchaba por salvar mi matrimonio pidiéndole a Dios por nosotros dos: y Dios escuchó su súplica. Abrí los ojos, me di cuenta de que mi comportamiento estaba mal y me arrepentí. Pedí a Dios y a ella una nueva oportunidad.
Dios sanó las heridas y recomenzamos. No fue algo fácil, lloramos mucho, pero al final —de la mano de nuestra fe —, rescatamos 30 años de casados.” -Jorge Marmolejo.
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