70 % de la población femenina tiene várices

La mala circulación sanguínea provoca que las venas se vean dilatadas, ensanchadas y de coloración diferente al resto, a esto se le conoce como várices. De acuerdo a cálculos del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), quien frecuentemente sufre este padecimiento es la población femenina, ya que, de los atendidos por esta enfermedad, el 70 por ciento aproximadamente son mujeres de entre 30 y 60 años de edad.

Las várices se tratan de un problema de salud en el que las venas acumulan sangre que no fluye adecuadamente debido a la debilidad de la circulación. «Cuando las venas no ayudan a que la sangre fluya de manera habitual, es decir, de los pies al corazón, es riesgoso ya que se forman coágulos y puede llegar a una trombosis venosa», señaló Eugenia Rivera Chino, Coordinadora de Programas del IMSS.

Además, mencionó que los principales síntomas al padecer venas varicosas son presentar dolor con sensación de pesadez, inflamación a nivel de la parte lateral del tobillo, por lo que al detectar estos signos se debe acudir al médico para una valoración inicial. También indicó que, entre los factores de riesgo, se encuentran cuestiones hereditarias, el sobrepeso o la obesidad, la edad, el embarazo, los cambios hormonales, así como permanecer sentados o de pie por periodos largos.

Me daban 48 horas para reaccionar, sino mi vida corría riesgo

«Padecí una enfermedad que se llama tromboflebitis. Los dolores eran insoportables, tenía moretones, era casi imposible caminar. Al ver esta situación mi esposo me llevó con un angiólogo, pero el diagnóstico no fue nada alentador: tenía un coágulo extremadamente peligroso que ponía en riesgo mi vida.

No tenía opción a una cirugía debido a la gravedad del asunto, solo podían darme medicamento y esperar a que así pudiera destruirse ese coabulo, pero nada era seguro. Sin embargo, ahí no quedaba el asunto, me daban 48 horas para saber la reacción de mi organismo. Bien podría deshacerse o desprenderse e irse al pulmón provocándome un infarto, también había la posibilidad de que se fuera a mi cerebro produciendo una embolia.
Tuve que estar en reposo absoluto, pues ni siquiera podía levantarme para las necesidades básicas, como ir al baño. El gasto promedio diario de mi enfermedad era de tres mil pesos. No obstante, sí encontramos la solución a mi problema de salud.

Llegamos a la Universal y aquí recibimos una fuerza interior inexplicable. Hice un pacto de fidelidad de Dios, obedecí su Palabra y así fue como se transformó mi historia. Ahora estoy sana por completo, además tanto mi esposo como yo emprendimos negocios y nuestra economía se recuperó, incluso tenemos más que antes.» Lilian Cadeñanes