53 % come en la calle y tienen males gastrointestinales

Estudios de la Facultad de Medicina de la UNAM, señalan que uno de los males que más atacan a los mexicanos son las enfermedades gastrointestinales causadas por bacterias. Y es que, según una investigación llevada a cabo por el Gabinete de Comunicación Estratégica, el 53 por ciento de la población comen en la calle por diversas razones, entre ellas: antojo, prisa, cercanía al trabajo y precios.

Entre los males más populares que afectan la salud de los mexicanos por las bacterias adquiridas al comer en la calle son: diarrea, tifoidea o infección estomacal, salmonela, colera. Además de otras que no son causadas por bacterias como: obesidad, gastritis, diabetes, gastroenteritis, colitis y hepatitis.

Aunque el 85 % de la población, afirma que la comida hecha en casa es mucho más saludable y con mejor sabor, reconocen que no siempre pueden ingerirla por cuestiones laborales. Sin embargo, autoridades Sanitarias exhortan a la población a evitar el consumo alimentos que se expenden en la vía pública. También lavar verduras, frutas; además de un buen aseo en las manos con agua y jabón antes de cada comida, así como después de ir al baño, para prevenir enfermedades infecciones estomacales.

«Esos dolores de estómago, anunciaban mi muerte»

«Empecé con unos dolores de estómago intensos. Poco a poco las molestias fueron incrementando al punto de no poder agacharme y tampoco doblar mi pierna. Mientras que los dolores aumentaban su intensidad, sentía que algo iba creciendo en mi estómago, era una bola como del tamaño de una naranja.

Durante dos años estuve bajo diversos tratamientos médicos, hasta que un día me topé con un especialista que, tras diversos estudios, me dio un diagnóstico poco favorable: cáncer de estómago. Al recibir esa noticia mi mundo se vino abajo, tuve miedo de morirme, entré en depresión, desespero, pensé que era mi fin.

No obstante, mi fe en el Señor Jesús le dio un giro al panorama devastador que vivía. Mi mamá vio el programa de la Universal y me motivó a ir a una de sus reuniones. Acudimos, al estar presenté tuve una sensación de paz, de bienestar que antes no había tenido. Estaba sedienta de Dios porque estaba sufriendo mucho.

Me entregué al Señor, leía la Biblia, conocí las promesas de Dios y trabajé para que se cumplieran en mí. Bajo esa seguridad y obedeciendo los mandatos del Señor, llegó el milagro a mi vida: sané del cáncer.

Ahora puedo agacharme, brincar, moverme… Hoy, gracias a Dios, gozo de buena salud y en todos los sentidos soy bendecida.» -Leticia Sebastián