31 millones de personas sufren hipertensión en el país
40 % de ellos desconocen que la padecen
Cerca de 31 millones de mexicanos sufre hipertensión arterial; de ellos, un 40% ignora que padece esta enfermedad y del 60% que conoce el diagnóstico, sólo la mitad se controla, señaló Juan Pablo García, académico de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala de la UNAM.
«Esta enfermedad conocida también como “asesina silenciosa”, suele presentarse sin síntomas, pero cuando avanza, ocasiona dolor de cabeza, visión borrosa, náuseas, vómito, confusión, alteraciones en la visión y hemorragias nasales», mencionó el académico.
No obstante, la hipertensión también puede afectar otros órganos ya que el corazón debe hacer un esfuerzo mayor para bombear la sangre al cuerpo; lo que provoca que, con el paso del tiempo, se debilite e incrementa el riesgo de alguna complicación cardiovascular (infarto e insuficiencia cardiaca, accidente vascular cerebral). Además, causa trastornos en los riñones como insuficiencia.
«Ante una enfermedad silenciosa como esta, debemos conocer nuestros números: si la presión arterial es mayor a 140/90 milímetros de mercurio (mmHg), hay hipertensión. Y lo importante es prevenirla», advirtió García Acosta.
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«La hipertensión estaba acabando conmigo»
«Tenía diversos problemas de salud, entre ellos hipertensión y diabetes tipo II. Por causa de la presión arterial alta me daban fuertes dolores de cabeza, mareos e incluso náuseas. Me era difícil conciliar el sueño, y al no tener un buen descanso, continuamente estaba de malas.
Sentía que a mis familiares les era difícil entenderme, pues desconocían el porqué de mi mal humor, lo que ellos notaban era la afectación en el ambiente familiar. Acudí con diversos médicos con el fin de sanarme, solo que ningún tratamiento me daba resultado. Desesperada, en tres ocasiones intenté quitarme la vida, le decía a mi esposo que solo quería estar en paz y tener descanso.
Al acercarme a Dios y venir a las reuniones de la Universal mi vida dio un giro. Dios me recibió enferma, sin esperanza, pero una vez que le entregué mi vida y le demostré mi fe, el milagro sucedió: obtuve una salud total.
Confieso que no fue fácil hacer la voluntad del Señor Jesús, uno siempre cree que hace lo correcto. Sin embargo, no me dejé llevar por mi necedad, permití que el Espíritu Santo me guiara y así obtuve resultados. Ahora mi familia está unida, también económicamente Dios me ha dado su bendición, pues tengo tres negocios.» -Daria Catalina
(*) “La Universal aclara que todos los conceptos emitidos en este periódico, así como la programación de radio y de televisión, son cuestiones de fe, en modo alguno deben ser interpretados como elementos con atribuciones terapéuticas, en demérito de la medicina, ni de quienes la practican. NO DEJES DE CONSULTAR A TU MÉDICO”.
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