«Fui pobre, pero conocí el poder de la fe en el Dios vivo»

«En el pueblo donde crecí, las cosechas se perdían, no había dinero y mi papá siempre tenía deudas. Cuando me casé, la situación continuó siendo igual, incluso peor, porque teníamos cuatro hijos que mantener: habitábamos en un lugar pequeño y hubo veces que dejé de pagar la renta para poder llevarlos a la escuela. Pero con mucho esfuerzo, logramos sacarlos adelante.

Ver que a los demás les iba bien y a mí no, me hacía sentir humillada.
Supe que en el Templo de los Milagros enseñaban a las personas a luchar, por medio de una fe práctica basada en la Palabra de Dios, para conquistar lo que parece imposible, y decidí ir. Esa enseñanza la puse a prueba cuando llegó la Hoguera Santa, pues a base de un voto con el Señor Jesús, que requirió obediencia, convicción y perseverancia, logré revertir la situación a mi favor.

De inicio, la primera bendición y el primer paso fue encontrar un empleo que poco a poco me permitiera progresar: entré a trabajar en un restaurante. Seguí participando en más propósitos de fe, esto trajo más conquistas, como que mis ingresos aumentaran al punto de salirme de ahí para abrir mi propia marisquería. Esta fue prosperando al punto de tener que abrir tres restaurantes más.

De esta forma, compré una casa en un lugar exclusivo de mi ciudad y una camioneta nueva. Tuve la oportunidad de cumplir mi sueño de viajar a Israel, a casi toda Europa y a algunos países de Latinoamérica. Además, mis hijos también son empresarios y ya formaron su familia.

Dios me sacó de la esclavitud, así como lo hizo con el pueblo de Israel, y me llevó a una vida de calidad.» -Felipa González