“Estuve a punto de morir por mi adición a la heroína”

“Desde muy joven conocí el sufrimiento. A los 13 años empecé a practicar el cutting, a los 15 años me embaracé y mi familia me echó de casa. Fue entonces cuando me relacioné con malas amistades como un método de sobrevivencia.

Por si esto no fuera poco, comencé a involucrarme en los vicios, fue de menos a más. Primero tomar, fumar, luego consumí marihuana, cocaína hasta llegar al punto de consumir heroína. Incluso estuve a punto de perder la vida por los efectos de la droga en mi organismo.

Mi mamá llegó al Ayuno de los Imposibles y empezó a orar por mí. Tras unos meses de usar la fe, Dios tocó mi corazón y regresé a casa. Tuve un deseo verdadero de cambiar. En las reuniones Dios tocó mi pensamiento, mi interior y tuve la fuerza para transformar mi vida.

Dejé los vicios, algo que realmente se veía imposible. Me liberé de ese mal carácter y agresividad. Retomé mis estudios, tengo un buen trabajo que me permite darle lo mejor a mi hijo. Lo he confirmado; para Dios no hay nada imposible. Él transformó mi pasado de dolor en un presente de esperanza”. Araceli Hernández.

Nadie más lo hará por ti…

¿Alguna vez te has puesto a pensar qué se sentiría pisar una ciudad que estuvo en guerra? Quizá, al ver todo en ruinas y tener rabia por lo que se perdió (tanto la vida de las personas como lo material) hará que nazca la indignación en tu interior.

Entonces, ¿por qué no sientes esa misma ira al ver tu vida hecha pedazos? Aun cuando Jesús ya pagó el precio en la cruz para que nuestros caminos fueran reconstruidos, existen millones de personas que siguen viviendo en ruinas.

Tienen problemas de dinero, no son felices en el amor, su salud esta mermada, no tienen paz, su hogar parece un campo de batalla y tampoco hacen nada para remediarlo.

No existe nada más triste que ver a una persona que dice creer en Dios hundirse en el fracaso. Pero ¿cómo salir de esa situación? Solo cuando te entregues a Él, uses la fe y Lo obedezcas, tendrás acceso para gozar de los beneficios de Sus promesas.

Confía, Dios está contigo.

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