El cristiano “calienta-asientos”

El cristiano “calienta-asientos”

Por Departamento Web

¿Usted ya escuchó la expresión “calentar el asiento de la iglesia”? Infelizmente eso es lo que muchos cristianos han hecho cuando se trata de la fe. Frecuentan las reuniones semanalmente o incluso diariamente y quien ve el exterior incluso piensa que ellos son de Dios, pero solo es suficiente observar sus actitudes para entender que no son así.

Esas personas mienten, dicen groserías, difunden chismes con respecto a la vida de los demás, les deben dinero a las personas cercanas, no cumplen lo que prometen, juzgan a los colegas, actúan fuera de la Iglesia como si no conocieran a Dios, entre otras cosas.

Durante su observación, usted puede preguntarse quién es el pastor de la Iglesia que esas personas frecuentan, con el intento de entender por qué ellas actúan de esa forma. Pero, independientemente de la Iglesia que ellas frecuentan, ni el pastor ni el obispo son responsables por su carácter, una vez que el carácter es moldeado de adentro hacia afuera y no lo contrario.

Hay una enseñanza que dice que Judas tuvo el mejor pastor, el mejor profesor, el mejor líder, el mejor sabio y el mejor amigo. No obstante, él falló. El error no estaba en el Señor Jesús, sino en la postura de Judas.

Es posible observar a muchas personas actuando como Judas actuó y culpando a sus líderes espirituales. Pero el problema no es el líder, sino el aprendiz. Es claro que es muy importante tener un buen liderazgo espiritual, pero es necesario dejar en claro que este no dicta el comportamiento de las personas. Entonces, mucho más relevante que estar presente en las reuniones es estar abierto para cambiar, oír y obedecer la Palabra de Dios.

Ciudadano del Reino de los Cielos

Solo hay transformación cuando hay interés y, sobre todo, sinceridad. Entonces, si usted se identificó y quiere cambiar su posición en relación a la fe a partir de hoy, el primer paso es ser sincero, como explica el obispo Edir Macedo: “Cuanto mayor es la sinceridad, más pura es la fe. Por otro lado, cuanto mayor es la falsedad, más impura es la fe. El sincero rasga el alma, juega limpio, no disfraza ni esconde su verdadera intención. Él es lo que es. Sí, sí; no, no. Tiene una posición bien definida ante los seres humanos y Dios. Por falta de ese comportamiento ético, la mayoría de los supuestos cristianos no vive la fe pura. Su falsedad enciende la llama de la duda. Y, consecuentemente, no hay conquista”, explica.

Y, cuando se es sincero, se reconocen los errores y hay arrepentimiento. Y eso, según el obispo Macedo, “involucra los siguientes pasos del sacrificio: reconocer sus pecados —por lo tanto, tiene que sacrificar el orgullo; confesarlos oralmente a Dios— eso destruye el orgullo; abandonarlos inmediatamente —sacrificar la carne o el deseo de volver a cometerlos; odiarlos sabiendo que estos vienen del infierno para matar, robar y destruir. Note que el arrepentimiento no tiene nada de remordimiento. El arrepentimiento se refiere a lo racional, y el remordimiento, a lo emocional. Nadie es perdonado a base del sentimiento. Más allá de eso, en el remordimiento no hay ninguna actitud de sacrificio”.

Observe que para dejar de ser solo un frecuentador de la Iglesia y volverse un verdadero cristiano, es necesario elegir un bando a seguir. No existe un arreglo, medias tintas, ni “pecadito” ni “pecadote”. El Altísimo conoce a cada uno en lo más íntimo y sabe si el deseo de aquella persona es realmente seguirlo o solo regatear conquistas.

Por eso, si usted quiere tener una verdadera relación con Él y volverse un ciudadano del Reino de los Cielos, debe actuar y ser como el Señor Jesús no enseñó: (…) “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.  Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación. Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos (…)” (Mateo 5:3-10).

Actitudes contrarias a esas, sin embargo, no vienen de Dios, sino del diablo. Entienda que la fe cristiana es una elección, pero no es un camino fácil de seguir. La fe exige sacrificio, disciplina, valor. No se puede vivir con un pie en la Iglesia y otro en el mundo. No hay forma de que el Espíritu Santo opere de esa manera.

Entonces, si su vida aún no está de la forma que a usted le gustaría, ¿qué tal buscar a Dios como nunca Lo buscó antes? Su misericordia se renueva y trae una nueva oportunidad para los sinceros que quieren vivir en la práctica el amor y la fe inteligente que Él nos enseña. Piense en eso.

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