Una enfermedad que trajo vida

Una enfermedad que trajo vida

Por Social Media

Ester intentaba limpiar su rostro empapado en lágrimas. Lloré también. Sin embargo, elevé mi pensamiento hacia Dios. Mi cuerpo estaba poseído por una fortaleza inexplicable. Mi dolor me transportó directo hacia el Trono de Dios. Decidí orar, pero no fue una oración común. Cerré las manos y, con rabia, di puñetazos en la cama innumerables veces”, relata el Obispo Edir Macedo tras recibir la noticia de que su segunda hija, Viviane, nació con el labio leporino.

A decir verdad, la mayoría de quienes reciben este diagnóstico en uno de sus hijos suelen quedarse tristes y piensan que no hay más salida. No obstante, ¿quién imaginaría que este evento en la vida de Edir Macedo marcaría un antes y un después no sólo en la suya, sino en la de multitudes? ¡Ahí fue el verdadero inicio de la Iglesia Universal del Reino de Dios!

En la trilogía autobiográfica de este hombre de fe, Nada que perder, muestra que delante de este problema, surgió una indignación dentro del obispo, la cual lo llevó a querer predicarle a los que sufren, lloran y son despreciados, tal como pasaría con su hija al crecer con esta enfermedad.

Con una Biblia en la mano, un micrófono y una bocina comenzó a predicar el evangelio a unas cuantas personas en el quiosco de una plaza en Río de Janeiro, en Brasil. Actualmente, después de 41 años, ese quiosco se ha convertido en miles de iglesias esparcidas a lo largo y a lo ancho del planeta y esos cuantos seguidores en millones de vidas alcanzadas y transformadas por el poder de la fe.

Querido lector, si tienes la oportunidad de leer esto, no es casualidad. Tal vez, te identificas con la historia de Edir Macedo y es una forma en la que Dios te está mostrando que hay una salida, así como si decides aceptarla y depositar tu confianza en Él, puedes ver Su gloria en ti y en los que te rodean.

Conoce más acerca de esta historia preguntando por la película Nada que perder en el cine más cercano.

El obispo logró salir avente, contigo no será diferente.

“Dios libró a nuestro hijo de la muerte”

Yo vi la película del Obispo Macedo. Después de tres días, mi esposa fue al hospital y a la sala de parto, sólo que mi hijo nació con un problema respiratorio y una infección en la sangre. Los médicos creían que no tendría oportunidad de sobrevivir y lo llevaron a terapia intensiva, estando allá tuvo un paro cardiaco y se detuvieron todos sus órganos.

Mientras estuvo ahí, reclamé y critiqué: ‘¿Por qué Dios estaba dejando que eso me pasara?’. Y es que fue muy difícil verlo en esa situación tanto para mí como para mi esposa. Llegué a pensar que verdaderamente no había salida. Sin embargo, mi fe me mostró que sí había: Dios.

Pasaron dos días y mi esposa me preguntó dónde tenía el pañuelo que habíamos recibido en el cine consagrado por el Obispo Macedo. Era un jueves a las 3 p. m. cuando se lo puso a mi hijo y ese mismo día a las 7 p. m., fuimos a verlo a terapia intensiva y estaba respirando 50 por ciento solo y 50 por ciento con ayuda del aparato. El viernes a las 3 p.m., se lo volvió a pasar y ese mismo día en la noche, ya respiraba solo. El sábado en la mañana, la enfermera nos informó que estaba dado de alta de terapia intensiva y que lo pasarían a los cuneros y, por consiguiente, después de tres días fue dado de alta del hospital.

Hoy, mi hijo está sano y a nuestro lado”.

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